Una mentira va pisándole los talones a otra. Publio Terencio Afro (¿? – 159 a. de C.).
Aunque mentir es una práctica universal, no recuerdo haber oído tres buenas mentiras en toda mi vida ni aun en aquellos que más celebrados eran por esta facultad. Jonathan Swift (30 de noviembre de 1667 – 19 de octubre de 1745).
A nivel mundial, una de las características constantes entre los gobernantes y los políticos, así como entre las élites, ¡es la mentira! Aquí, en el México contemporáneo (en los Estados Unidos Mexicanos), no es la excepción, al contrario, ¡es ya una regla! Aunque seguro ha de haber una que otra honrosa excepción, que lamentablemente sólo confirma la regla.
Para Joseph Goebbels (1897–1945), ferviente propagandista de la Alemania nazi, jefe de campaña de Adolf Hitler y finalmente ministro de Propaganda del gobierno alemán, el acto de mentir debía de ser analizado y evaluado más allá del ámbito de la moralidad para extraer de éste una utilidad innegable: la de influir en la sociedad. Decía Goebbels que, con este objetivo en mente, el político debía estar dispuesto y preparado para adecuar, deformar e incluso crear conscientemente versiones distorsionadas de los hechos y transmitirlos posteriormente a una audiencia que, si bien podía en principio resistirse a su aceptación, terminaría aceptándolas al ser repetidas insistentemente. Así, a Goebbels se le atribuye la frase: ’Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad’.
A tal grado era la maestría de Goebbels en el manejo de la mentira que, con el Tercer Reich en franca decadencia y la Wehrmacht (literal: ’Fuerza de Defensa’, en general el ejército alemán) retrocediendo en todos los frentes de guerra, todavía en 1945 lograba que amplios sectores de la población alemana pensaran que la victoria sobre los Aliados era posible.
Así que, es en los ámbitos de las políticas internacionales y las nacionales también –atemporalmente hablando– en donde sin duda alguna las sociedades pueden ver reflejada de manera franca, deshonesta y perversa, frecuente la práctica de la mentira. Aunque también, ésta, se ejerce en el ámbito económico (finanzas, mercadotecnia, publicidad, etcétera) y en otros escenarios sociales que incluyen hasta la vida cotidiana. Pero centrémonos por ahora en la política doméstica, la nacional, la mexicana, o, ’a la mexicana’.
Los políticos y gobernantes mexicanos, desde el considerado más grande hasta el más despreciable chiquito, saben bien lo anterior y la gran mayoría hacen de la mentira su costumbre y la forma frecuente de comunicarse con la gente, principalmente cuando ésta se constituye en muchedumbre, en las masas.
Siendo así, estos políticos y gobernantes mienten diariamente en todo lugar y en todo momento. No pierden la oportunidad, es más, buscan la oportunidad para mentir. Para ellos la dimensión de la mentira no importa, lo inverosímil que pudiera ser ésta tampoco importa; la ofensa a la razón y al sentido común que las mentiras puedan causar en la gente, en el pueblo, tampoco importan (a fin de cuentas, en términos generales, el pueblo mexicano es un pueblo que no sabe nada de teoría política ni de historia de la nación, es un pueblo enajenado, sumiso, aunque se haya insistido hasta el cansancio que es un pueblo ’sabio’), sólo le importa al político engañar insistentemente –como Goebbels lo decía– para materializar un fin ideológico–partidista que claramente es de origen externo, no nacional; o, sólo les importa para satisfacer sus fines personales. Y todo esto, muy separado de un verdadero nacionalismo, de un verdadero patriotismo.
En el fondo, en el ego, de acuerdo con algunos psicólogos, las personas mienten raramente para y por hacer el bien; por lo general mienten para obtener un beneficio personal. Esta práctica, mentir, en principio sí causa cierta culpa, pero con la frecuencia esa culpa desaparece e incluso causa un gusto y contento engañar. En este tenor, los políticos y gobernante mienten principalmente por satisfacción del ego y ambición: para adquirir poder político, estatus social, un nivel económico alto, etcétera; e incluso, como ha sido evidente aquí, mienten también por odio, por rencor, por venganza, por maldad, por desprecio al pueblo y demás. Y mienten de la manera más cínica y perversa utilizando, reitero, todos los medios y oportunidades a su disposición, hasta las del Estado.
Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn (11 de diciembre de 1918 – 3 de agosto de 2008), escritor ruso, criticando al sistema soviético, a los hipócritas políticos y gobernante comunistoides–socialistoiedes, porque esa nomenclatura jamás fue comunista ni socialista, magistralmente expresó en una composición de frases esa cínica, desvergonzada, deshonesta e insistente práctica de mentirle al pueblo; y esta es una crítica que es aplicable en todo momento, en todo lugar y para todos los sistemas políticos y sus políticos y gobernantes. Muy adecuada ahora para este México contemporáneo:
SABEMOS QUE NOS MIENTEN,
SABEN QUE NOS MIENTEN,
SABEN QUE SABEMOS QUE NOS MIENTEN,
SABEMOS QUE SABEN QUE SABEMOS QUE NOS MIENTEN,
Y AUN ASÍ SIGUEN MINTIENDO.
Finalmente, coincido con las palabras de Thomas Carlyle (4 de diciembre de 1795 – 5 de febrero de 1881) creyendo el de la pluma que en general: ’El hombre es en todas parte enemigo nato de la mentira’; aunque haya gente, poca o mucha que, como lo asienta Blaise Pascal (19 de junio de 1623 – 19 de agosto de 1662): ’Hay personas que mienten simplemente por el gusto de mentir’.
FUENTES DE INFORMACIÓN
Arosemena P., R. 2016. ’Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad’. Psyciencia. Disponible en: https://www.psyciencia.com/mentira-deshonestidad/
Peña, B. 2021. Frases célebres de Aleksandr Solzhenitsyn. Psicoactiva. Disponible en: https://www.psicoactiva.com/blog/frases-celebres-de-aleksandr-solzhenitsyn/
Pumarega, M. 1961. Frases célebres de hombres célebres. Compañía General de Ediciones, S.A. México, D.F. 261 p.
Wikipedia. 2023. Aleksandr Solzhenitsyn. Wikipedia. La enciclopedia libre. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Aleksandr_Solzhenitsyn