Reseña Histórica del Movimiento Estudiantil de 1968 (1)


El 22 de julio de 1968 se enfrentaron a golpes estudiantes de las Vocacionales



Derechos Humanos
Septiembre 29, 2021 03:29 hrs.
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Antonio Huerta Paniagua. › Divergencias Informativa

INTRODUCCIÓN

Como ahora la tónica gubernamental es revivir odios, rencores y repudios, así como justificar venganzas y divisionismo, se avecina una fecha idónea para tal actuar. Así que, con estas letras se pretende, sin justificar a nadie, darle a conocer al pueblo, por lo menos de manera muy somera, el hecho histórico con el cual probablemente ahora, en breve, se le intentará nuevamente empezar a manipular.

Han pasado ya poco más de 50 años (53 para ser exactos) del Movimiento Estudiantil de 1968 y mucho, pero mucho, se ha escrito al respecto, tanto en libros como en artículos periodísticos y en revistas; se han elaborado también interesantes ensayos académicos y, ahora con las tecnologías recientes, no hay cientos sino miles de sitios electrónicos que reseñan e ilustran ese movimiento estudiantil. Se hicieron además documentales y películas, se tomaron fotografías, en fin. Fue un movimiento socio–político que a la fecha está, aparentemente, bastante ’bien’ documentado.

Pero parece que no es así del todo. Siguen desaparecidas unas cintas cinematográficas, los archivos del Ejército Mexicano relativos a ese movimiento siguen precisamente así: archivados. Y éstos, no han salido a la luz. La censura sigue en pie y es que realmente, cuando las intervenciones del Estado en las que su actuación se juzga reprobable, aunque sean del pasado, no se divulgan.

Por otra parte, aún hay manuscritos no publicados y experiencias no relatadas. Los que en esa condición están y no desean publicar ni divulgar –digamos– sus secretos, y que en aquel año de 1968 tenían entre 15 y 25 años de edad, ahora ya son viejos (se dice adultos mayores). Las cosas ya se olvidan por la edad (o se desean olvidar) y muchos de aquellos jóvenes que participaron activamente ya han fallecido.

Finalmente, y ante un escenario así, nunca es ocioso escribir sobre el mismo. En cada revelación algo sale a la luz.

INICIOS Y ANTECEDENTES

El 22 de julio de 1968 se enfrentaron a golpes estudiantes de las Vocacionales números 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la preparatoria particular Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El origen del enfrentamiento no es muy claro: ocurrió al finalizar un encuentro de fútbol americano o por los piropos obscenos que los preparatorianos les dirigieron a unas jovencitas de las vocacionales o por el enfrentamiento entre dos pandillas rivales que arrastraron al alumnado en general. Algunos autores consignan que ese enfrentamiento aconteció el 19 de julio o que desde ese día ya se habían estado enfrentado los jóvenes estudiantes.

Al día siguiente se repitió el enfrentamiento entre los alumnos y en la pelea, aparentemente sin que los estudiantes se percataran, infiltrados del General Alfonso Corona del Rosal, Jefe del Departamento del Distrito Federal (DDF), conocidos como ’Los Porros’; así como los integrantes de dos pandillas locales, ’Los Ciudadelos’ y ’Los Arañas’ (o ’Araños’), exaltaron a los estudiantes y la golpiza entre éstos fue tremenda. Al finalizar el enfrentamiento, el 19° Batallón de Granaderos atacó a los alumnos del IPN, quienes se refugiaron en la Vocacional No. 5; los granaderos ingresaron al plantel, golpearon a alumnos y profesores por igual, dos maestras fueron violadas y otras fueron gravemente heridas, incluso, una perdió un brazo. La orden de los granaderos no era contener la trifulca entre los estudiantes, sino expandirla conforme a las instrucciones del Gobiernos Mexicano. Ya desde el 1 de julio de ese mismo año se habían dado enfrentamientos entre estudiantes y las fuerzas policíacas, pero no con esa saña y magnitud. Todo obedecía a un plan.

LOS LITEMPO

A pesar de que haya negado y aún se niegue por fuentes estadounidense y existan documentos hasta en Internet que así lo asientan, Winston McKinley Scott, jefe de la CIA (Central Intelligence Agency. En español: Agencia Central de Inteligencia) en México, de 1956 a 1969, tenía las instrucciones de generar las condiciones para que el Ejército asumiera el poder en nuestra nación, sin que se descubriera esa intervención. El plan nació a raíz de la enfermiza obsesión del presidente norteamericano Lyndon B. Johnson por acabar con el comunismo en el mundo, particularmente en América Latina y más en México (in the backyard, of course). Y la idea era crear conflictos sociales (y los estudiantes eran la materia prima idónea para ello) que exigieran la intervención del aparato represor del gobierno (policías y granaderos) para crear un descontento generalizado e incontrolable que justificara la intervención del Ejército Mexicano y así dar un golpe de estado e imponer a un dictador militar de corte franquista, de extrema derecha y vinculado con el alto clero, encargándose éste último de controlar espiritualmente al pueblo y en un momento dado someterlo con las fuerzas militares. Y para ello, Scott, diseñó y dirigió, junto con su asistente, Annie Goodpasture, el programa LITEMPO.

En ese programa, ’LI’, era el código de la CIA para las operaciones en México; y ’TEMPO’, era el proyecto en sí, el cual fue una complicada serie de programas de respaldo operativo a las diversas corporaciones mexicanas de seguridad (policiacas) con el propósito de intercambiar información, realizar operaciones conjuntas y mantener un constante mejoramiento en la recopilación de información de inteligencia y de las funciones de la seguridad pública en México. Y para ello, se estableció una red de agentes a sueldo, colaboradores e informantes dentro de la Presidencia de la República y de la administración pública en general. Dicho programa llegó al extremo de incluir como colaboradores de la CIA al propio Presidente de la República, al Licenciado Gustavo Díaz Ordaz, y al Secretario de Gobernación, el Licenciado Luis Echeverría Álvarez, etiquetados con las claves LITEMPO – 2 y LITEMPO – 8, respectivamente. Otros LITEMPO (para muchos otros traidores a la patria, pero para otros, los pocos, defensores de la democracia y enemigos del comunismo) fueron: el Capitán Fernando Gutiérrez Barrios, titular de la Dirección Federal de Seguridad; el Comandante Miguel Nazar Haro, adscrito a esa misma Dirección; el General Alfonso Corona del Rosal, Jefe del Departamento del Distrito Federal; y el General Luis Gutiérrez Oropeza, Jefe del Estado Mayor Presidencial.

Para otros autores, Díaz Ordaz fue LITEMPO – 8 y Echeverría LITEMPO – 14. No importa el número, las discrepancias solamente afirman los estrechos nexos de estos personajes con la CIA. Lo cierto es que a la cabeza del Proyecto LITEMPO en la década de los sesenta estaba el Presidente, Gustavo Díaz Ordaz, quien desde que fue Secretario de Gobernación, de 1958 a 1964, ya había trabajado estrechamente con la CIA; y cuando llegó a la Presidencia, la CIA empezó a trabajar con su Secretario de Gobernación, Luis Echeverría.

EL PLAN ATRÁS DEL MOVIMIENTO

El plan de la Casa Blanca inició haciéndole creer al Gobierno Mexicano que se estaba gestando una revolución comunista en México, por lo que era imperante ’purgar’ al país de cualquier ’germen’ comunista.

Y para eso, de acuerdo con ese plan, el 5 de junio de 1967. Se publicó en la revista U.S. New & World Report, el artículo Now for México: A New Revolution (Ahora por México; Una Nueva Revolución). Ese artículo presentaba a la realmente insignificante izquierda mexicana como una peligrosa amenaza comunista, predecía disturbios y un escenario extremo; así como la eventual intervención de tropas norteamericanas para ’salvar’ a México. Esa información era realmente parte de las noticias falsas que el Gobierno Estadounidense de Lyndon B. Johnson empezó a filtrar a la prensa para ir preparando a la opinión pública internacional, como parte del plan, para provocar un golpe de estado en México y desbancar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) del poder e imponer un régimen militar, como ya lo habían hecho en la mayoría de los países de Latinoamérica. Posteriormente, el 17 de mayo de 1968, Edgar Hoover, jefe del FBI (Federal Bureau of Investigation. En español: Buró Federal de Investigaciones), recibió instrucciones del Gobierno Estadounidense para acusar públicamente al Parido Comunista Mexicano (PCM) de fraguar planes para almacenar armas y municiones en preparación de una revolución; y a pesar de no tener pruebas, involucrar a Cuba, a la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (la URSS en aquellos años y hoy Rusia) y a la República Popular de China (la China Comunista) en esos planes. Realmente esas declaraciones formaban parte del mismo plan de la Casa Blanca para provocar el golpe de estado en contra del Gobierno Mexicano.

Entre tanto, la CIA, a través de Scott, presionaba y amenazaba a Díaz Ordaz para apresurar esa ’purga’ a fin de permitirle mantenerse en el cargo y no proceder como en otros países latinoamericanos y del resto del mundo causando un golpe de estado, cuando eso era lo que realmente quería la Casa Blanca. Para ello, Scott le propuso a Díaz crear artificialmente una serie de conflictos estudiantiles en el país, colocando infiltrados (porros y agentes) en universidades, preparatorias y vocacionales, que exaltaran los ánimos y crearan un ambiente de confianza para que emergieran las ’cabezas’ del comunismo nacional e internacional. Y todo ello antes de la celebración de las XIX Olimpiadas, porque los comunistas ’las aprovecharían para apoderarse de México creando un conflicto mayúsculo’.

La CIA sabía perfectamente bien el tamaño y alcances de los grupos comunistas o con ideas similares que en esos tiempos existían en México. Eran pequeñas partidas de guerrilleros aislados y controlables escondidos en las serranías y otros grupos pocos numerosos en los medios urbanos .

La idea era crear un desorden estudiantil (porque los estudiantes eran un sector manipulable y violento de la sociedad) que se propagara por todo el país, lo cual aprovecharía el presidente Johnson para demostrar la ingobernabilidad en México y con ese argumento derrocar a Díaz Ordaz e imponer a un ’gorila’ del tipo de los que gobernaban entonces a los países centroamericanos y sudamericanos; y el candidato de la CIA para ese golpe era el General Corona del Rosal.

De esa forma, se ideo un plan de trabajo entre la CIA, Díaz Ordaz, Luis Echeverría; el General Marcelino García Barragán, Secretario de la Defensa Nacional, Corona del Rosal, Gutiérrez Barrios y Gutiérrez Oropeza. Finalmente, se definió la ruta crítica a seguir, la cual contemplaba los siguientes puntos:

1) Elegir un sector estudiantil con antecedentes violentos;
2) Colocar infiltrados en las escuelas elegidas;
3) Aprovechar el 26 de julio, aniversario del inicio simbólico de la Revolución Cubana, para provocar los enfrentamientos;
4) Los infiltrados provocarían un enfrentamiento entre estudiantes y policías;
5) Detonado el enfrentamiento, intervendrían los granaderos excediéndose en la represión;
6) Cuando surgieran las protestas por los excesos de los granaderos, los infiltrados mostrarían pancartas con consignas e imágenes de líderes comunistas para que la opinión pública se convenciera del ’origen’ del movimiento; además, los manifestantes se encontrarían con porros, supuestamente estudiantes de otras organizaciones estudiantiles, para provocar choques masivos que la policía reprimiría;
7) Al sumarse otras escuelas y universidades a los disturbios, intervendría el Ejército a solicitud de la autoridad;
8) Los infiltrados descubrirían a los agentes comunistas internacionales que surgieran, sabotearían los acuerdos y negociaciones con el gobierno y entre los mismos estudiantes, para lo cual boicotearían las asambleas; además, radicalizarían las posiciones, y para ello incendiarían transportes urbanos y destrozarían todo a su paso durante las manifestaciones;
9) Se manipularía a la prensa responsabilizando a las fuerzas comunistas de generar el conflicto; y a los estudiantes detenidos la prensa los presentaría como terroristas y guerrilleros;
10) Se escalaría el conflicto y en un evento masivo en donde se reunieran los líderes más destacados serían apresados para decapitar cualquier movimiento orientado a imponer un régimen comunista en México; se les retrataría con armas y se les arrancarían declaraciones firmadas en las que denunciaran el ’origen’ de sus fondos y el país u organizaciones que los patrocinaban; además, las confesiones incluirían declaraciones en las que constara la intención de matar o secuestrar atletas extranjeros que concurrieran a las XIX Olimpiadas;
11) Se contemplaría la conveniencia de que algún secretario de estado fuera secuestrado para inventar culpables ante la opinión pública, así como muertos para volcar a la sociedad del lado de las autoridades; y
12) Se contaría con un equipo de abogados leales al gobierno que garantizara la prisión de los sublevados y evitar ridículos de la autoridad ante acusaciones cuestionables.

Hasta ahí el plan, sin que la CIA manifestara sus últimas y verdaderas intenciones; además, sin que en ese plan se manifestara explícitamente la consideración de una matanza. Pero conociendo la perversidad de los estadounidense, no es descartable que ellos sí tuvieran contempladas las matanzas (tantas como fueran necesarias); y tampoco es remoto que algunos funcionarios mexicanos de alto nivel supieran de éstas y estuvieran de acuerdo. Y fue, pues, el enfrentamiento entre los estudiantes de esas vocacionales y aquella preparatoria el detonante del plan en comento.

EL PLAN EN MARCHA

Por la noche del día 23 de julio de 1968, de acuerdo con el numeral 9 de ese perverso plan (manipulación y control de la prensa), agentes de la Dirección Federal de Seguridad, allanaron, sin orden judicial alguna, los talleres del Comité Central del Partido Comunista Mexicano y destruyen los talleres en donde se imprimía su periódico La Voz de México; y además, detuvieron a los trabajadores que ahí estaban laborando.

El 26 de julio (Aniversario del Inicio Simbólico de la Revolución Cubana), los excesos de brutalidad cometidos por los granaderos en contra de la comunidad politécnica (del IPN) desde el día 23 de julio pasado, provocan la indignación de diferentes sectores estudiantiles; por lo que la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), una organización estudiantil gobiernista infiltrada en las escuelas, convocó con antelación a una marcha de protesta para ese día.

Paralelamente, las Juventudes Comunistas de México (JCM) organizan su marcha anual en conmemoración del ataque al Cuartel Moncada por Fidel Castro. Pero horas antes, la policía, por órdenes de Corona del Rosal, llenó de piedras los botes de basura de la calle Francisco I. Madero para que fueran lanzadas por los ’porros’, los ’arañas’ y los ’ciudadelos’, infiltrados entre los marchistas. La idea era crear un gran enfrentamiento callejero que justificara la intervención de la policía y hubiera más represión y encono entre los estudiantes, situación que desde luego se logró y hubo un encuentro con la policía que se generalizó por todo el Primer Cuadro de la Ciudad de México. Hubo quema de camiones y automóviles, así como muertos y heridos y varios detenidos.

Entre tanto, en otra parte de la ciudad, en ese mismo día, las oficinas del Comité Central del Partido Comunista Mexicano fueron allanadas por agentes gubernamentales y arrestan a varios de sus integrantes.

Continuará, parte 2

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