Roberto A. Huerta Paniagua
Seminario de Cultura Mexicana
Corresponsalía Texcoco, Estado de México
El movimiento zapatista nació en la primera etapa de la Revolución Mexicana, la Revolución Maderista, en 1910. Desde entonces fue una vertiente revolucionaria identificada con el agrarismo, principalmente la repartición de tierras a los campesinos; y su documento rector fue el Plan de Ayala.
Esta vertiente de la Revolución Mexicana, conocida como ’zapatismo’ o ’zapatista’, por el apellido de su líder, transitó a todo lo largo de este movimiento armado político-social, hasta que, en abril de 1919, quien lo encabezaba: Emiliano Zapata Salazar, fue asesinado.
Durante los años de 1917 a 1919, el movimiento zapatista obtuvo algunos triunfos militares importantes. Sin embargo, su declinación era notoria; y es que nueve años de luchas continuas habían mermado su capacidad de respuesta; mientras tanto, el ejército constitucionalista, de Venustiano Carranza, se fortalecía y poco a poco se iba adueñando de los centros urbanos en el estado de Morelos.
En ese escenario, un día, al campamento de Emiliano Zapata, empezaron a llegar rumores de una desavenencia entre el Coronel Jesús Guajardo y su jefe, el General Pablo González Garza. El Coronel Guajardo de encontraba detenido por no haber acatado unas órdenes del General Pablo González, así que el rumor de esa desavenencia no era del todo irreal.
Zapata, raramente ’optimista’, y viendo la posibilidad de acrecentar su ejército, decidió escribirle una nota al Coronel Guajardo invitándolo a sumarse a las tropas del Ejército Libertados del Sur. Infortunadamente, la misiva fue interceptada por los carrancistas y el General Pablo Gonzáles de inmediato la utilizó para chantajear (con amenazas de traición y fusilamiento) y a la vez acicatear al Coronel Guajardo.
Pablo González, le ordenó a Guajardo, aún prisionero, que estableciera comunicación con Emiliano Zapata, lo engañara hasta hacerle creer que realmente deseaba sumarse a las fuerzas zapatistas (ya muy disminuidas) para tenderle una trampa. Y si lograba convencerlo para poder eliminar a Zapata, le serían retirados los cargos en su contra e incluso se le recompensaría.
Guajardo, desde luego, vio aquí la oportunidad de reivindicarse y demostrar su lealtad, por lo que aceptó participar en el plan. Así que, se puso en contacto con Zapata; pero éste, siempre desconfiado, le puso como requisito para estar seguro de su adhesión al movimiento agrarista, que atrapara y fusilara a Victoriano Bárcenas y a su gente, quienes habían desertado del Ejército Libertador del Sur.
Ya el plan en marcha, el 7 de abril, Guajardo fingió un levantamiento a favor de las fuerzas sureñas, tomó prisionero a Bárcenas y a 58 ex-zapatistas más y sin miramientos los fusiló a todos. Esta acción acabó por convencer a Zapata, quien accedió a tener una primera entrevista personal en la Estación Pastor del ferrocarril el día 9 de abril.
En esta entrevista, Guajardo le regaló a Zapata un caballo alazán de nombre ’As de Oros’. Hubo una petición más, Guajardo, debía entregarle al día siguiente a Zapata doce mil cartuchos en la Hacienda de Chinameca.
Según Krauze (1987), durante la mañana del día 10 de abril de 1919, Zapata rondaba la hacienda, porque aún desconfiaba. Adentro de la hacienda, su lugarteniente Palacios, conferenciaba con Guajardo, quien reiteradamente invitaba a comer a Zapata; y por fin, alrededor de la 1:45 de la tarde, accedió a entrar a esta hacienda. Por su parte, Ávila y Rojas (2012), asientan que Zapata se dirigió a la población de Chinameca, en cuyos alrededores charló nuevamente con Guajardo.; luego, éste, lo invitó a comer protegidos por lo muros de la hacienda azucarera de esa población.
En ambas versiones, se anota que Zapata solamente asistió al encuentro acompañado por diez de sus hombres. En el patio de la hacienda había una guardia formada que parecía preparada para hacerle los honores. El clarín tocó tres veces llamada de honor, y al apagarse la última nota, los soldados que presentaban arnas descargaron dos veces sus fusiles sobre el jefe suriano, quien cayó muerto.
El cadáver de Emiliano zapata fue expuesto en Cuautla, Morelos, para que el pueblo se convenciera de que él había muerto. Al enterarse del hecho consumado, el General Pablo González, le telegrafió a Venustiano Carranza: ’Con la más alta satisfacción le comunico la muerte del bandolero Zapara’. Y al Coronel Jesús Guajardo, como permio por su ’hazaña’, se le ascendido al grado de general divisionario y fue recompensado con 50 mil pesos en oro.
Sobre este asesinato, Blanco (1970), escribió lo siguiente: ’El 10 de abril de 1919 es la fecha de la muerte de Zapata. Pero también es la fecha de la muerte de Carranza. Desde ahora, el viejo está emplazado. Y si los uniformados lo matan, ¿qué culpa tienen los uniformados de haber aprendido la lección de que matando se resuelven los problemas políticos? Carranza, incapaz de comprender la revolución agraria, terrateniente amigo de terratenientes, consideró siempre a Zapata un bandido. Esto tal vez podría hacer pensar a alguien que su culpa es menor’.
A pesar de que el cadáver de Emiliano zapara estuvo expuesto a la vista del pueblo, empezaron a correr rumores d que el cuerpo exhibido no era el de él: porque no tenía la verruga en la cara, o la manita en el pecho, o tenía el dedo chico completo; que al que mataron fue a su compadre, Jesús Delgado; y que se fue con otro compadre árabe y años después murió en Arabia. Y no faltaron las leyendas que dicen que lo han visto cabalgando en su caballo ’As de Oros’. O, que después de ese atentado, pasó al anonimato y murió muchos años después, muy anciano, en Anenecuilco, Morelos, el lugar donde había nacido el 8 de agosto de 1879.
Fuera de estas leyendas, desde 1919, el cuerpo de Emiliano Zapata estuvo enterrado en el Panteón Municipal de Cuautla, Morelos. El 10 de abril de 1932 fue exhumado y trasladado a la Plaza Revolución del Sur, ubicada en la misma ciudad de Cuautla, en donde sus restos fueron colocados dentro de una cripta sobre la cual se colocó una estatua suya.
El movimiento zapatista continuó, aunque ya con menor intensidad. Los zapatistas acordaron nombrar a Gildardo Magaña Cerda como Jefe del Ejército Libertador del Sur, y quien sería el último jefe de este ejército, pues casi un año después, algunos antiguos zapatistas se integraron al gobierno emanado del Plan de Agua Prieta; y otros, serían asesinados por el mismo gobierno.
Y sí, así fue. En 1920, durante el interinato del General Adolfo de la Huerta Marcor, con métodos civiles (negociaciones, acuerdos, pactos), no militares, se logró la pacificación de Francisco Villa, de Pablo González, de los jefes zapatistas que aún quedaban, de Félix Díaz, de Manuel Peláez, de Juan Andrew Almazán, de Marcelo Caraveo, y de otros que ostentaban todavía las armas.
Zapata con el tiempo, y en donde mucho coadyuvó la historia oficial, se ha convirtió en un símbolo contemporáneo de las luchas campesinas, de los oprimidos, de la izquierda e incluso de los obreros y recientemente, hasta de los pueblos originarios. Y, por supuesto, aun siendo lamentable, es imagen muy socorrida de gobiernos, partidos políticos y agrupaciones para, supuestamente, ’identificarse’ con estas causas e ideologías, aunque no comulguen con ellas. Esto, por ser tema aparte, por ahora no se ampliará.
FUENTES DE INFORMACIÓN
Ávila C., E. y A. Rojas T. 2012. Historia de México II. Editorial Quinto Sol, S.A. de C.V. México, D.F. 271 p.
Blanco M., R. 1970. Crónica de la Revolución Mexicana. Editorial Diana, S.A. México, D.F. Tomo II. 362 p.
Herrera P., M. 2018. Historia de México en Mapas Conceptuales. Editado por Mario Herrera Pineda. Lomas de Cristo, Texcoco, México. 320 p.
Krauze, E. 1987. El amor a la tierra. Emiliano Zapata. Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V. Biografías del poder / 3. 129 p.
Wikipedia. 2024. Emiliano Zapata. Wikipedia. La enciclopedia libre. Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Emiliano_Zapata (Consultado el 7 de abril de 2024).