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Opinión

Los chamacos beisboleros de hace más de medio siglo

Rodolfo Villarreal Ríos

Los chamacos beisboleros de hace más de medio siglo

Temas Deportes

Septiembre 27, 2019 15:26 hrs.
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Hoy, lector amable, lo dejaremos descansar de la historia acontecida al norte del Bravo y lo cruzaremos, si es que usted decide acompañarnos, hacia el sur. Era 1964 cuando en el pueblo, Piedras Negras, Coahuila, los chamacos nos divertíamos jugando beisbol lo mismo en el patio de la casa, en el de la escuela o en plena calle con una pelota de goma o una armada con medias en desuso a la cual tratábamos de conectar con la mano o cualquier pedazo de madera que hubiera al alcance, inclusive con un bate. Aquellos tiempos pocos o nadie los recuerdan, se han perdido en la bruma del progreso. Sin embargo, este escribidor quien, como infante, fuera un aficionado apasionado al beisbol no ha olvidado que en el entorno de la práctica de aquel deporte obtuvo enseñanzas que le han sido muy útiles a lo largo de su vida.
Era el verano de 1964, y desde años atrás había desaparecido la liga infantil de beisbol. Sin embargo, en ese año, Ricardo Luna Rendón organizó un equipo bajo el nombre de Diablitos de la Colonia González ya que de esa área de la ciudad eran todos los integrantes excepto nosotros quienes caímos ahí por invitación de uno de los hijos del profesor. A principios de julio, mañana a mañana en los terrenos de lo que entonces era conocido como el Campo de La Pedrada, donde hoy se ubica la Plaza de las Tres Culturas, practicábamos. Entre los integrantes de aquel grupo recordamos algunos de ellos como Juan José Aguilar, Juan Manuel Camarillo Amaya, Jesús Jasso Camarillo, Ricardo Luna Martínez, Marco Antonio Luna Martínez, Salvador Humberto Ramírez Luna, José Soto y este escribidor. Cuando llegó el momento de enfrentarse a otros equipos, tras de dos partidos en donde quien hoy narra se quedó en la banca, tomamos la decisión de ya no aparecernos por ahí. Recurrimos a la misma explicación que nos dieron para no incluirnos a la hora de no jugar, el silencio. Nos fuimos a seguir disfrutando del verano en otros sitios, ya vendría otra oportunidad de saciar las ansias beisboleras; eso arribó al año siguiente. Pero antes de referir lo acontecido, vale recordar otro episodio beisbolero.
Este ocurrió durante el tiempo en que cursábamos la educación primaria en la escuela Francisco Pascual Estrada. Ahí, una de nuestras maestras, María del Socorro Lozano Dávila, era una apasionada del beisbol. En ese contexto, decidió que un día de la semana, por la tarde, ella y sus alumnos nos iríamos a practicar ese deporte ya fuera en el campo de La Pedrada o bien en la parte posterior de las instalaciones del Cuartel. Pero no vayan a imaginar que la maestra iba como simple espectadora, también, tomaba parte en los partidos, lo mismo se subía al montículo que tomaba la majagua. Todo aquello terminó el día en que una de nuestras compañeras cayó a la alberca, ubicada en las instalaciones militares, y por poco se ahoga. Retornemos al espacio fuera de las aulas.
Hacía muchos años que los infantes el pueblo no lo practicaban de manera organizada. Ante eso, en 1965, un grupo de románticos, encabezados por Humberto Flores Garza, Héctor Fidel Pérez, Alfonso De La Cerda y Edmundo Pérez Guzmán decidieron armar una liga infantil. Al llamado de los cuatro acudieron varios más quienes se dieron a la tarea de integrar los equipos correspondientes. Aun recordamos aquella noche cuando Don Rafael nos llevó a las instalaciones del diario La Voz del Norte ubicadas por la calle de Zaragoza a un costado de lo que hoy es el Museo de la Frontera Norte, en donde se realizaba el sorteo para ver a que equipo era asignado cada uno. Hasta donde recordamos quienes dirigían a los teams eran don Pedro Pérez Mireles (La Voz del Norte), Zeferino Rodríguez Salinas, Doroteo Galván Treviño y Alfonso Rodríguez (Gamos de Gas Morales), Juan De La O Ríos (Escuderos de los Caballeros de Colón) , Alfredo Rodríguez (Astros) , José Fernández (Café Gitano) Medardo Ramírez (La Parrita), Carlos Macías y Oscar Hernández (Café Zócalo), Octaviano Ramos (AHMSA), Miguel Alamillo, (Restaurant Moderno) y como anotador oficial actuaba Carlos Garza Valdés. Estamos ciertos de que también participaban el Club de Leones y Demons de Deportes Montemayor, pero no recordamos quien los dirigía. Tras de aquello llegó el día, era la tarde del jueves 22 de julio de 1965. El sol de verano caía sin obstáculos, lo cual no impedía que estuviéramos formados en una calle, que no precisamos, de Piedras Negras, Coahuila. Éramos los chamacos integrantes de los equipos de beisbol mencionados, todos enfundados en uniformes y cachuchas que olían a nuevo. Dio inició el desfile hasta que llegamos al sitio en donde se ubicaba el campo de beisbol en la Avenida López Mateos. Durante el siguiente mes y medio participaríamos con el equipo de Gamos integrado entonces por: José Ángel Rodríguez De La Torre, Luciano Hernández, Jorge Guadalupe Rodríguez De La Torre, Oscar Mario Carrillo Borrego, Alfonso Rodríguez, Oscar Román González Menchaca, Oscar Rodríguez, José Librado García, Enrique Villarreal Ríos, José Valdés Galván, José Luis Falcón, José Hilario Saucedo, Doroteo Galván, Juan Morales Guerra, Juan José Aguilar, Amador Rodríguez (’batboy’) y este escribidor portando el numero 14 en el uniforme. Respecto a los integrantes de los otros equipos, a la pura memoria, recordamos a varios de ellos.
Con los Escuderos tomaban parte Francisco De la O Gutiérrez, Alfonso Mallén Vázquez, José Fernando Reyes Morales, Ernesto Pérez, Antonio Mota, Eduardo González Olivares, y nuestro hermano Juan Antonio Villarreal Ríos quien era el ’batboy;’ con la Voz del Norte, Fernando Mallén Vázquez, Ernesto y José María Cortés Yosikawa, Jaime De Luna Scott y Javier Zacarias González; Con AHMSA, Moisés Lechler De la Garza, David Hernández, el ’Cuate Ura; con Astros, Walter Escobar, Alfredo y Rodolfo Rodríguez; con el Café Gitano, José Manuel Camarillo Amaya, José Alfredo Fernández, Jesús Jasso Camarillo, Santiago Requena; con la Parrita, Medardo Ramírez, Fernando Valero, Héctor Navarrete, Rogelio Ramírez, y Oscar Ramírez; con el Café Moderno, Jesús Miguel Alamillo, Pablo Garza y Carlos Alamillo; con Café Zócalo, nuestro primo, Francisco Edmundo Ríos Romero, Omar Rivera, José Yebra y Rodolfo Rendón; con el Club de Leones, Armando Nolasco; y, con Deportes Montemayor, Tirso Bustamante y Leobardo Rosales.
Los partidos empezaban a las cuatro de la tarde sobre un terreno en donde el pasto no existía y el sol caía pleno, Pero entonces, el calor era parte del diario vivir y, por quien sabe qué razón, los infantes no sufríamos de ’golpes de calor,’ ni mucho menos de insolación. Eso de pensar en que se colocara alumbrado era simplemente un sueño. No sería sino hasta 1980, cuando don Rafael Villarreal Martínez, entonces encargado de administrar muy bien los recursos del municipio, logró que un monto especifico fuera destinado a la construcción de un campo de beisbol infantil que contara con iluminación artificial, por ahí andábamos nosotros el día en que fue inaugurado. Pero retornemos a la segunda mitad de los 1960s.
En 1966, algunos se irían y llegarían otros, entre ellos, José Guadalupe Cardona y su hermano gemelo, así como Ramon Pérez. Durante esas dos temporadas los triunfos y las derrotas se alternaron, mientras nosotros lo mismo cubríamos la segunda y tercera base que el short stop con más entusiasmo que fortuna. Esa fue la última temporada de los Gamos ya que el patrocinio desapareció. Los integrantes del equipo fuimos sorteados para ser asignados a otros.
En 1967, nos tocó ir a formar parte de los Astros dirigidos por un antiguo ferrocarrilero, don Pedro Pérez Mireles, quien había conducido al equipo de La Voz del Norte al campeonato en la temporada 1965, a quien asistía un antiguo pugilista, Mónico Rodríguez. Por más esfuerzos que hacíamos, las victorias no llegaron excepto en una sola ocasión cuando derrotamos al Club de Leones. Uno de los partidos, efectuado en el sitio ubicado en lo que fuera antes el campo de aviación, lo perdimos sin haber podido batear un solo hit. Entre todas esas derrotas, hubo una que en lo personal nos dejó una lección que nunca hemos olvidado. La ventaja del equipo contrario era amplísima y nosotros teníamos uno de esos partidos para el olvido, errores, nula efectividad al batear, etc. Entonces, le pedimos a don Pedro que nos sacara del juego, a lo cual accedió. Apenas a la entrada siguiente de que estábamos en la banca, se dio una reacción de los compañeros quienes empezaron a batear y reducir la diferencia, en ese momento nos entró la frustración de no estar ahí, todo por aceptar la derrota antes de que se presentara como tal. Esa lección que nunca ha dejado de estar presente en nuestro accionar. En medio de todo eso terminamos la campaña con diez derrotas y una sola victoria. Aun nos quedaba una temporada de elegibilidad.
Cuando llegó el verano de 1968, uno de esos años horribles en lo familiar, estábamos listos para retornar al campo beisbolero. Éramos prácticamente el mismo equipo del año anterior. Don Pedro decidió retirarse y el patrocinador, Alfonso De La Cerda solicitó al profesor José Guadalupe González Álvarez que se encargara de dirigir a aquel grupo de chamacos integrado por Francisco Rodríguez, Roberto Ávila, José María Chávez, Alejandro López, Rogelio Cerna, Román González, José Fabian Moyeda, Mario López, Pedro Ortiz Lerma, Julio Pérez Santos, José Pereda García, Pablo Pereda García, Martín González y este escribidor. Para sorpresa de todos, incluyéndonos quienes integrábamos el equipo, los resultados se empezaron a dar a nuestro favor. El profesor González había encontrado la fórmula para que mostráramos lo asimilado un año antes bajo la dirección de don Pedro, y en nuestro caso específico lo que aprendimos años atrás de Ricardo Luna Rendón, María del Socorro Lozano Dávila, Doroteo Galván Treviño, Alfonso Rodríguez y Zeferino Rodríguez Salinas,
Cabe mencionar que, en ese año, la efervescencia beisbolera en el pueblo era plena. Los equipos de los Diablos Rojos de AHMSA y Astros de Alfonso De la Cerda participaban en la Liga Regional del Norte de Coahuila con éxito, lo cual hacía que cada sábado y domingo los llenos fueran cosa común en aquel Estadio Piedras Negras pleno de sabor beisbolero. Obviamente nuestro favorito era el segundo de los equipos mencionados. Periódicamente, los domingos por la mañana, nos encontrábamos en el estadio con Alberto Yamanaka Galván, Manuel Limón Martínez, Marcos Ernesto Villarreal Ogushi y Pedro Ortiz Lerma. Tras de deambular por la tribuna central del inmueble, terminábamos viendo los partidos del dogout ubicado del lado derecho, mismo que era el perteneciente a los Astros. Eran los años de la infancia provinciana, la cual no cambiamos por nada.
En lo personal, la temporada de 1968, la disfrutamos como ninguna. Aun recordamos el momento en que, en un partido en contra del Club Deportivo La Parrita, botamos la pelota por encima de la barda del jardín izquierdo. Tres veces mas lo haríamos, la última por todo el jardín central jugando en contra del Club de Leones. También participamos en un juego sin hit, pero con carreras que lanzó, y obtuvo el triunfo, Pablo Pereda García. En ese año intentamos de todo hasta tratar de robar el home. Nos enfrentábamos al Café Gitano y estando en la tercera almohadilla decidimos hacer la jugada bajo la perspectiva de que no podía uno empezar la carrera antes de que el pitcher iniciara el lanzamiento. Salimos despavoridos y cuando llegamos, el ampáyer Juan Antonio Martínez Escobedo, decidió que el cátcher José Alfredo Fernández nos había tocado antes de pisar el home. Nosotros consideramos entonces, y aún estamos ciertos, que no era así, e iniciamos una protesta a todo pulmón, sin palabras altisonantes, lo cual hizo que el mánager, el profesor González, tuviera que salir a ponernos en orden. Pero como en todo, llegó el momento de poner fin a esa etapa.
Era la mañana del domingo 22 de septiembre de 1968. Ese día concluía nuestra época de beisbolista infantil. Tras de que en la temporada regular nuestro equipo, Astros, terminara empatado en el segundo lugar con Sultancitos, representativo del Restaurant Moderno, se decidió que jugáramos un partido extra para dilucidar el subcampeonato. Sin embargo, de pronto, las cosas lucían complicadas. Por una de esas razones extrañas, la mayoría de nuestros coequiperos no se aparecieron el día del partido. Al mánager, José Guadalupe González, no le quedó sino treparse al auto e ir por un par de ellos a sus casas. Mientras esperábamos su retorno, este escribidor se encargó de armar el line-up, asumiendo que los buscados serían encontrados. Finalmente, nuestro equipo apenas se completó con nueve jugadores, uno de ellos jugaría su único partido completo en cuatro años. Previo al inicio, el profesor José Guadalupe comentó con el mánager del Moderno, Miguel Alamillo, que no se cumplirían las reglas de x número de jugadores y/o cambios. Si lo aceptaba, adelante, en caso contrario ni para que jugar. Se optó por lo primero y sobre la narrativa del partido, les reproduciremos la nota que, el lunes 23 de septiembre del año referido, el periodista Jesús Maldonado Rebollosa publicó en el diario La Voz del Norte. El titular era: ’Derrotaron a Sultancitos con López en la lomilla.’ El artículo mencionaba: ’Con formidable actuación monticular de Alejandro López, los Astros se quedaron con el segundo lugar de la Liga Infantil de Beisbol, al derrotar a los Sultancitos del Restaurant Moderno, por anotación de 6 carreras a una, cargando con la derrota Pablo Garza que fue relevado en el cuarto episodio por Jesús Miguel Alamillo.’ Lo más trascendente de ese encuentro viene en el párrafo siguiente cuando Maldonado reseñaba que: ’El chamaco Alejandro López estaba lanzando juego sin hit, ni carrera hasta el sexto y último episodio, cuando con dos outs, Jesús Miguel Alamillo le pescó una recta y depositó la bola atrás de la cerca por el jardín izquierdo para un limpio cuadrangular, salvando a su equipo de la blanqueada. [y del sin hit, ni carrera agregamos nosotros]’ Lo que no se menciona es que antes de eso, en el cuarto inning, de pronto sale un batazo rumbo al jardín derecho, todos nos quedamos helados veíamos el fin del sin jit, pero para sorpresa, Julio Pérez Santos, realizó la jugada que nunca había hecho, corrió bien la pelota para quedarse con el elevado. Pero volviendo al sexto inning, el toletazo de cuatro esquinas dejó fríos a los integrantes del Astros y en especial al pitcher. Ante ello, el cátcher, Pablo Pereda García; el short stop, Rogelio Cerna; y este escribidor, quien cubría la tercera almohadilla, nos acercamos al montículo para platicar con el lanzador y ver que aquello no fuera a ser el comienzo de la debacle. Afortunadamente, el siguiente bateador fue dominado y todo terminó en nuestro favor. Para concluir con la información, se indicaba: ’Los mejores bateadores por los Astritos fueron Rodolfo Villarreal que produjo 2 carreras y el propio pitcher Alejandro López, que impulsó otras dos. El equipo de los subcampeones alineó de la siguiente manera: Francisco Rodríguez 2B; Roberto Ávila CF; Rogelio Cerna SS; José Pereda 1B; Rodolfo Villarreal 3B; Alejandro López P; Román González LF; Pablo Pereda C; Julio Pérez RF.’ De esa manera, cerramos la etapa beisbolera infantil. Después de ese día no volvimos a jugar ningún partido oficial aun cuando al año siguiente formáramos parte del equipo de la categoría ’Pony’ patrocinado por Tapicería Fernández. Tras de acudir sin falta y puntualmente a los entrenamientos, cuando llegó el momento de los partidos, tras un par de ellos en que no fuimos tomados en cuenta por el mánager Juan Antonio Martínez Escobedo, recordamos lo aprendido años atrás, si no había explicación y nuestros servicios no eran requeridos, lo mejor era retirarse en silencio. Nos fuimos a seguir enfocados en los libros e incursionamos en la práctica del basquetbol, pero esa es otra historia de aquella infancia provinciana irrepetible e inolvidable en donde este escribidor, independientemente de estar consciente de que no reunía facultades extraordinarias para la práctica del beisbol, cuando jugaba lo hacía con enjundia plena disfrutándolo a más no poder, mientras recibía lecciones que lo han acompañado toda su vida.vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Este martes 1 de octubre, estaremos en la Sala Fernando Benítez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Respondiendo a la invitación de la Dra. Rosa Isabel Gaytán Guzmán, habremos de hablar e intercambiar puntos de vista con los jóvenes universitarios sobre nuestro libro ’Las Conferencias de Bucareli. Un acuerdo pragmático de la diplomacia mexicana.’ (INEHRM, 2018). Ya les comentaremos como nos fue.
Añadido (2) Realmente el PAN debe de estar en lo más profundo de la desgracia cuando recurre al ignaro con botas y lo presenta como su gran arma para recuperar el poder. ¿Recordaran los actuales directivos de ese instituto político que su fundador, Manuel Gómez Morín, era considerado uno de los siete sabios de México?


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