AGENDA SINDICAL
Carlos Carral Hernández /
Leía a algunos simpatizantes de la 4T en redes sociales, que manifestaban su beneplácito por la derrota de la ’extrema’ derecha francesa en las pasadas elecciones de ese país, refiriéndose al resultado como ’el triunfo de le chaire’, como si la victoria electoral de la coalición entre el oficialismo y la extrema izquierda en el país europeo, fuera producto de un movimiento internacional que garantiza el progreso y está siendo motivado por la esperanza mundial, es decir, como si fuera una extensión internacional del discurso lopezobradorista en torno a su gobierno y el de la virtual presidenta electa.
¿Realmente hay una diferencia sustancial entre el triunfo de unos y otros?, por tanto, ¿hay realmente de qué alegrarse?. Si bien es cierto hay una diferencia en el tono de las iniciativas que unos y otros impulsan sobre todo en torno a los derechos sociales, particularmente los de seguridad social y derecho a una pensión de vejes, las diferencias son sólo esos, una tonalidad distinta en un cúmulo de problemas que ni unos ni otros resuelven en realidad.
Llama poderosamente mi atención que ambos bandos se acusen de extremistas, sea de derecha o izquierda y que el supuesto extremismo del que se acusan, no los lleve a salir del tipo de política al que los condenan las mieles del sistema de partidos.
Muchas ocasiones he hablado del análisis que hizo el Doctor Adolfo Sánchez Vázquez en su obra, no de los tipos de izquierda, sino del espectro que existe en esta manifestación del pensamiento y la practica política, y de la utilidad de esa interpretación para definir en términos muy similares a la derecha, una clasificación en la que evidentemente los objetivos, intereses y practicas no son los mismos en cada caso, de otra forma no tendría razón de ser la diferenciación que el filosofo hizo de las izquierdas en plural.
Mientras 2 tipos de izquierda se mantienen en la comodidad del sistema de partidos, 2 están fuera de éste, una inconforme pero algo resignada al modelo económico y la otra decidida a derrocar al sistema económico, algo que seguramente ocurre con la derecha, la que va subiendo de todo en sus pretensiones, hasta plantear instaurar un sistema monárquico absolutista por medios extrainstitucionales, así es que la diferencia más marcada está entre hacer política y una lucha bajo las reglas y beneficios del sistema de partidos o hacerla por otros medios que no tienen cuando menos en lo inmediato, estos beneficios.
A mi parecer la aportación de Sánchez Vázquez no falla y si sabemos combinarla con la teoría de las clases sociales, encontraremos respuestas a varias de nuestras dudas sobre la cotidianidad económica y política, o cuando menos nos haremos preguntas que nadie se está haciendo en estos momentos, como en este caso, donde por más extremistas que se digan unos y otros, no lo son tanto, como para agudizar las ideas que dicen defender y abandonar los beneficios económicos y de satisfacción de vanidad personal que el sistema el sistema de partidos les ofrece.
Como lo dije la formula es simple, el pensamiento liberal, que ha encontrado cabida y la garantía de mantenerse sin cambios en el espectro partidario de la izquierda y la derecha, díganse moderadas o extremistas, es una combinación de la prevalencia de los mismos principios: la libertad -económica-, la igualdad -jurídica-, la seguridad que otorga el Estado para el cumplimiento de los dos anteriores y la defensa de la idea de propiedad privada, éste último principio piedra angular del sistema capitalista, que llegue quién llegue al poder público, no ha cambiado sustancialmente desde que instaló en su vertiente política como única forma de gobierno posible, después del triunfo de la Revolución Francesa.
Seguramente habrá quien diga que no está de acuerdo con lo que hemos dicho, pero el peso de los hechos es dilapidante. Tanto la izquierda como la derecha han impulsado o cuando menos tolerado al libre mercado y eso para efectos prácticos es lo mismo; han reducido en ambos casos al ciudadano al carácter de elector, que es dónde encuentra la igualdad prometida; el Estado a través de la policía, el ejercito y las cárceles sigue garantizando que se mantenga este sistema bajo la idea de tutela de la seguridad de los gobernados; y la propiedad privada sigue siendo protegida por el sistema jurídico y es al mismo tiempo la base de la riqueza, tanto de las naciones como de los individuos.
En resumen, si la derecha y la izquierda defienden los mismos principios, aunque se acusen de extremistas, entrometiéndose con algunas libertades que son realmente de la vida privada y no la pública, evidentemente y fundamentalmente profesan lo mismo y llegarán a similares resultados, así es que no creo que al pueblo, al de a píe, al que se lo chorean que es el pueblo bueno, le vaya verdaderamente bien con el triunfo de ’Le Chaire’ en Francia y tampoco creo que el resultado sea muy distinto en el caso de que hubiera ganado ’Le Fifise’, ello por una simple razón: el modelo económico global ejerce su poder y queramos o no, las decisiones se toman en espacios que poco tienen que ver con los poderes públicos tradicionales de cada nación.
ADDENDA
1. Dentro de las confusiones como la abordada en esta colaboración, está el del ’Sindicalismo de derecha’, tema al que hay que dedicarle una entrega exclusiva, así es que considerando el de la revocación del mandato de dirigentes sinicales que impulsa el PRI en nuestro país, tenemos que decir que los temas se nos empiezan a juntar.
2. Hablando del PRI, ’Alito’ Moreno está a punto de perpetuare en el poder partidista. Será el presidente de un cascaron que este año pesó sólo el 10% de las preferencias electorales y que irá disminuyendo en promedio en un 2% dentro de los procesos electorales en los que participe en años subsecuentes, algo como lo que le ocurrió al PRD (Q.E.P.D).
En el albazo de ’Alito’ para mantenerse como presidente del ’Pritanic’, llama la atención como pasamos de la renuncia de los dirigentes partidarios por la vergüenza de no alcanzar porcentajes aceptables de votación, como en el caso de Rosario Robles que dejó la dirigencia del PRD al no alcanzar el 20% de curules en la Cámara de Diputados en 2003, a que sólo te de vergüenza si tu partido pierde el registro, aunque su desempeño electoral sea de verdadera lástima.
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