La Cruz de Jaspeado y sus leyendas


Asentada en el Barrio La Conchita Texcoco



Cultura
Agosto 20, 2024 20:15 hrs.
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Roberto Antonio Huerta Paniagua / › Divergencias Informativa

Seminario de Cultura Mexicana
Corresponsalía Texcoco, Estado de México


No hay en México población, barrio, colonia o paraje alguno que carezca de leyendas, al menos una. La leyenda es una narración de dominio popular que cuenta hechos reales o ficticios que generalmente están adornados con elementos imaginarios y a veces fantásticos; y, además, por lo común se transmiten de forma oral. Este es el caso de la ’Cruz de Jaspeado’ o ’Cruz de la Cerillera’ en el barrio de La Conchita en la ciudad de Texcoco de Mora.

LA CRUZ EN EL BARRIO LA CONCHITA


Esta cruz es un monumento vertical como de unos nueve a diez metros de altura, hecho de piedra (cantera rosa) y con una cruz en su cima. Esta cruz es ya un ícono y referente de la ciudad de Texcoco, aunque realmente nadie sabe, indubitablemente, qué representa, quién la construyó y cuándo, ni el motivo de su construcción.

Se le llama coloquialmente a esta estructura ’La Cruz de Jaspeado’ por estar relacionada con varias leyendas de mediados a finales del siglo XIX alrededor de un personaje de ese apellido y de su familia.

Esta cruz posiblemente se construyó a finales del siglo XIX cuando alrededor de 1880 vivió en la ciudad de Texcoco don Ruperto Jaspeado, quien de acuerdo con Pulido (2001), fue amigo de don Porfirio Díaz Mori y alcalde de Texcoco en dos ocasiones, en 1881 y posteriormente en 1885.

Se le conoce también esta cruz como ’La Cruz de la Cerillera’ porque cerca de esta cruz, afirma Aguilar (1987), desde 1910 operaba ya una fábrica de fósforos (de cerillos) llamada ’El Águila’; y de acuerdo con la información del proyecto ’Texcoco en el Tiempo’, esta fábrica estuvo por allí cerca a mediados del siglo XX. Como sea, es cierto, esa factoría funcionó hasta poco más allá de mediados del siglo pasado y popularmente se le conocía aquí en Texcoco a esa zona como ’La Cerillera’.

LA CRUZ Y SUS LEYENDAS

Son varias las leyendas alrededor de la Cruz de Jaspeado; y como ya se anotó, todas circundan alrededor de una persona, de un joven de apellido Jaspeado. Una sostiene que al pertenecer don Ruperto Jaspeado a la clase alta de Texcoco, conservadora y muy católica (una sociedad muy pacata en esos tiempos), las aspiraciones para con sus hijos eran grandes; y por ello, le prohibió a uno de ellos relacionarse con una joven de origen humilde, de la clase baja; y que a causa de esa prohibición el hijo se quitó la vida. Y por el hecho de haberse suicidado el hijo, éste cayó en pecado, y para el padre fue suficiente para que considerara que esta falta a los cánones cristianos no le hacían merecedor de ser enterrado en un camposanto (en un panteón). Sin embargo, a petición de la madre, le fue construido al hijo un corral falso con una cruz en medio para señalar el lugar en donde fueron colocados sus restos. Y se supone que la cruz a la que nos referimos en este escrito es la que señala dicho lugar.

Otra leyenda, muy escueta, por cierto, dice que después de una pelea entre el padre y su hijo, este último no había encontrado la paz después de su muerte; y que por eso sus familiares le mandaron a construir una cruz, que es la que relatamos.

Sobre esta misma versión, pero ahora más detallada, Rodolfo Pulido Acuña, Cronista de la ciudad de Texcoco hasta el año 2003, nos cuenta los siguiente:

’Otra leyenda muy común para los texcocanos, es la famosa ’Cruz de Jaspeado’, que se encuentra en la esquina de Tenería y Nicolás Romero.

En ese lugar, durante el siglo pasado existió un panteón, del cual sólo quedó como recuerdo la cruz señalada. La leyenda nos refiere que, al tener problemas padre e hijo, éste último golpeó a su progenitor, por lo que el padre le lanzó una terrible maldición.

Al poco tiempo murió el hijo, siendo sepultado en dicho lugar, pero al día siguiente apareció su mano derecha fuera de la sepultura, por lo que procedieron a cubrirla de nuevo con tierra y así sucedió en tres ocasiones más hasta que, el padre consultó a un sacerdote que le aconsejara lo que debía hacer, para que su hijo descansara en paz.

El sacerdote, después de bendecir la tumba dijo que se construyera un mausoleo lo más pesado posible, para que el difunto no pudiera sacar la mano, y así lo hicieron. Leyenda o realidad, fantasía o verdad, lo cierto es que ahí continúa el monumento en cuestión’.

Y sí, vecinos del barrio de la Conchita y cronistas locales posteriores afirman que por allí hubo un panteón y que la cruz en comento es el último vestigio de éste; y que la cruz marca el lugar en donde reposan los restos de Francisco Jaspeado, hijo de don Ruperto Jaspeado.

Otra versión de la leyenda la contaba el señor Ruperto Jaspeado García, bisnieto de don Ruperto Jaspeado, quien afirmaba que la Cruz de Jaspeado ha pertenecido a su familia por generaciones. En una entrevista, el señor Ruperto relató que su bisabuelo llegó a Texcoco alrededor de 1840, después de ’haber recibido instrucción con unos frailes franciscano, y con quienes aprendió herbolaria y por lo menos tres idiomas: español, inglés y francés. Paralelamente, por recomendación de esos frailes (sus tutores), don Ruperto adoptó el apellido de ’Jaspeado’, ’pues no era correcto que él llevara el apellido de cualquiera de ellos’.
Así que, debido a su formación en un seminario bajo la tutela de frailes franciscanos, don Ruperto, era una persona muy católica, muy cristiana, y muy celosa de guardar todos los preceptos de la Iglesia Católica.

Ya en Texcoco –relataba su bisnieto–, don Ruperto ’se convirtió en un hombre próspero pues sabía trabajar y aprovechar lo mejor de la tierra y tenía también una tenería en el barrio de la Conchita. Además, montó una botica frente al actual Jardín Municipal, aprovechando las enseñanzas de los frailes en aquel seminario’.

Don Ruperto tuvo tres hijos: dos varones y una mujer. El primero de ellos, de nombre Vicente, estudió medicina y estuvo mucho tiempo sirviendo en varias campañas militares bajo el cobijo de don Porfirio Díaz, quien era, además de amigo de don Ruperto Jaspeado, su compadre.

El otro hijo varón, de nombre Francisco, se hizo cargo de la botica; y aunque él era el responsable del negocio, su padre revisaba semanalmente las cuentas para vigilar que éste marchara bien.

En una ocasión, un amigo de Francisco, con cierta urgencia económica, acudió a él en busca de un préstamo. Francisco, confiado, le facilitó la cantidad solicitada; y así ocurrió por tres veces, en las cuales su amigo le pagó puntualmente. Sin embargo, en una cuarta ocasión, el amigo no liquidó la deuda con Francisco. Entonces, éste, ’desesperado ante la idea de que su padre viniera a pedirle cuentas y descubriera que no tenía con qué responder, se suicidó tomando un fuerte veneno’.

Al atentar contra su propia vida, Francisco no tenía derecho a un lugar en el camposanto. Por lo tanto, ’su padre le dio sepultura en el camino que se encontraba frente a su tenería, en la esquina que hoy forman las calles de Nicolás Romero y Tenería; y en memoria de su hijo, don ’Roberto’ mandó construir esta cruz en donde, desafortunadamente, no puede leerse ninguna inscripción que nos revele la fecha exacta del suceso’. Empero, todo indica que el episodio que dio lugar a esto que contaba el señor Ruperto Jaspeado (bisnieto) aconteció a finales del siglo XIX, en sus últimos años.

Cabe abrir aquí un paréntesis para puntualizar que el cuadro de la Cruz de Jaspeado que ilustra este escrito es una pintura en tonos de mate que fue encargado por don Ruperto Jaspeado García; Rafael Jiménez Velázquez (su sobrino) bosquejó la composición de época y, finalmente, fue realizado al óleo por el pintor Jesús María Aguirre en 2002. El cuadro lo conserva la familia Jaspeado Velázquez.

Hay otra leyenda más, muy escueta también, pero que se marida de alguna manera con la del hijo que golpeó a su padre. Esta versión sostiene que bajo esta cruz están los restos de un joven de apellido Jaspeado que no era muy ordenado que digamos, que era más bien ’malilla’, una especie de la oveja negra de la familia. Y era tal su comportamiento que al morir fueron los propios sacerdotes de la Iglesia Católica los que les negaron a sus familiares (o aconsejaron a sus familiares) que sus restos descansaran en un camposanto. Por lo cual, ante esta negativa de la clerecía de esos tiempos, la madre promovió que se construyera esta magnífica cruz para que debajo de ésta descansaran los restos de su hijo.

Pues bien, todo esto es lo que hay atrás de la Cruz de Jaspeado: El suicidio de un joven rico por la prohibición de relacionarse con una muchacha de clase baja (pobre) o el suicidio de ese joven por los faltantes financieros (de dinero) en las cuentas de una botica; una muerte misteriosa después de que un hijo golpeara su padre, un hijo desordenado de acuerdo a los cánones religiosos y sociales de esa época; un antiguo panteón del que solamente queda en pie esa cruz, un corral falso, un camino frente a una tenería; y una madre que promueve la construcción de dicha cruz.

Además, al revisar las pocas fuentes de información al respecto, en una de ellas se mencionan dos nombres para referirse al mismo personaje, el de ’Ruperto’ y el de ’Roberto’, que de seguro fue un error involuntario hecho ’automáticamente’ por el corrector ’automático’ de la computadora al estar escribiendo y que luego escribe lo que no queremos. Pero… ¿Se habrá llamado realmente Roberto en lugar de Ruperto?

Pues bien, todo esto abona a la leyenda o a las leyendas. Así dejémoslo.

LAS LEYES DE REFORMA

Cabe aquí, antes de proseguir, una oportuna precisión y a la vez una especulación al respecto: Para esos años, los de 1880 y 1890, ya habían transcurrido más de dos décadas de haberse expedido el Decreto de Secularización de Cementerios (31 de julio de 1859), una de las Leyes de Reforma; y un poco más de una década de haberse elevado al rango constitucional dichas leyes (25 de septiembre de 1873). Por lo tanto, los cementerios ya no estaban bajo el control de la Iglesia Católica; sin embargo, recordemos, que durante el Porfiriato esta Iglesia recuperó fuerza e influencias y no es descartable que en Texcoco, con una clase alta muy religiosa y conservadora y una clase baja ignorante, sumisa y también muy católica, el control de los cementerios si bien no estaban bajo la administración directa del clero, sí, éste, pudo haber tenido influencia sobre los panteones en la sociedad a través de sus opiniones y sugerencias.

Pero bueno, dejaré los análisis históricos para otro espacio. Que el acontecimiento siga en el ámbito de la leyenda, porque el objetivo de este breve artículo no es descubrir la verdad materialmente hablando ni validar la leyenda ’verdadera’, sino el de avivar dichas leyendas, conservarlas y darlas a conocer.

REUBICACIÓN Y RESTAURACIÓN DE LA CRUZ

La Cruz de Jaspeado permaneció en el mismo lugar en donde se construyó hasta principios del año 2011, probablemente a la orilla de un camino vecinal hasta quedar a mitad del entronque de la calle Tenería con Nicolás Romero; y prácticamente sin ninguna barda, banqueta o zócalo que la protegiera. Estaba a ras del piso.

Esas protecciones no eran necesarias, pero luego muy cerca de esta cruz se instaló la Fábrica de Cerillos El Águila y a mediados del siglo XX el Rastro Municipal; entonces empezaron a transitar por ese camino, que se convirtió en calles, numerosa camionetas y camiones de los tablajeros y carniceros; así como otros vehículos de vecinos y por supuesto que también los transportes de La Cerillera.

Las calles en comento se pavimentaron (o encarpetaron), el tráfico se incrementaba y se convirtieron éstas en arterias importantes de la ciudad de Texcoco. Con todo ello aparecieron los accidentes vehiculares y la mayoría fueron por impactos en la base de la Cruz de Jaspeado, poniendo en grave riesgo a la estructura. Los accidentes eran provocados principalmente por imprudentes conductores de camiones y tráileres.

Era ya tal el deterioro de la base de este monumento que los vecinos del barrio de la Conchita manifestaban su preocupación; así mismo, el H. Ayuntamiento de Texcoco de entonces (2009 - 2012), encabezado por el ingeniero Amado Acosta García como presidente municipal, tomaba cartas en el asunto para repararlo y protegerlo.

El H. Ayuntamiento nombró entonces al licenciado Manuel Uribe Elizalde ’Coordinador de Proyectos Especiales’, con el encargo de realizar las obras conducentes. Así, se tramitaron ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) los permisos correspondientes; ya que dicha cruz fue catalogada en el año de 1974, por esta institución, como un monumento histórico.

Con esos permisos, a principios de febrero de 2011 iniciaron los trabajos de reubicación de la Cruz de Jaspeado y su restauración. Y es que la única forma viable entonces para proteger esta cruz era moverla 15 metros hacia el Parque de los Niños Héroes, en donde estuvo el Rastro Municipal, el cual fue cerrado en el trienio de 1988 a 1990, cuando fue presidente municipal el licenciado Humberto Sánchez Tapia.

Los trabajos iniciaron numerando cuidadosamente las losas y demás piezas para poderlas armar en el nuevo sitio. Paralelamente se construía en la esquina suroeste del parque ya mencionado un pequeño hemiciclo y la infraestructura para levantar sobre éste nuevamente la cruz; así mismo se realizaban los trabajos de electrificación necesarios para iluminar la cruz.

Durante la realización de los trabajos, conociendo las leyendas alrededor de este monumento, y con la finalidad de corroborar si había alguien sepultado bajo esta cruz, se tramitaron los permisos correspondientes ante la Oficialía No. 1 del Registro Civil en Texcoco para poder exhumar algún cuerpo si se daba el caso.

Cabe apuntar que todas estas obras, así como la reubicación de la cruz estuvieron bajo la supervisión material de personal del INAH.

Finalmente, a principios del mes de marzo de 2011 prácticamente concluyeron las obras y se hicieron pruebas de iluminación. Posteriormente, en el mes de julio del mismo año, en una ceremonia muy sencilla, se colocó en el basamento de la cruz una placa de piedra alusiva a estos trabajos de reubicación y restauración de la Cruz de Jaspeado.

Ya para finalizar esta reseña, con respecto al permiso para exhumar un cadáver, si es que así llagara a ocurrir, éste se autorizó y se excavó un foso de metro y medio de profundidad en donde estaba dicha cruz; mas no fueron los rigurosos tres metros, debido a que una de las versiones de las leyendas habla de que el difunto ’sacaba la mano’, por lo que los restos de éste debieron haberse sepultado superficialmente. Pues bien, a la profundidad practicada, no se encontró a nadie allí sepultado.

¿Los restos de Francisco Jaspeado estarán enterrados a mayor profundidad del metro y medio?... No lo sabemos. Y qué bueno que no se excavó más hondo. Esto fertiliza aún más las leyendas.

Como sea, y estén en donde estén o donde se hayan depositado los restos del joven Francisco Jaspeado: ¡Qué en paz descanse!

FUENTES DE INFORMACIÓN

Aguilar E., A. 1987. Monografía Municipal de Texcoco. Región III. Secretaría de Cultura y Bienestar Social. Gobierno del Estado de México. Toluca, México 123 p.
CR Comunicación. 2016. La leyenda de la Cruz de Jaspeado. CR Comunicación. Disponible en: https://crcomunicacion.colorsremain.com/la-leyenda-de-la-cruz-de-jaspeado-en-texcoco/#google_vignette
Huerta P., R.A. 2016. La Cruz de Jaspeado y las leyendas. La Letra en el Tiempo. Comité Pro Restauración del Patrimonio Histórico de Texcoco. San Joaquín Coapango, Texcoco, México. 41 p.
La Voz de Texcoco. 2013. La Cruz de Jaspeado. La Voz de Texcoco. Disponible en: https://texcococultural.wordpress.com/2013/01/09/la-cruz-de-jaspeado/
Pulido A., R. 2001. Monografía Municipal. Instituto Mexiquense de Cultura. Gobierno del Estado de México. Toluca, México. 118 p.

AGRADECIMIENTO

Agradezco a Ernesto Sánchez Sánchez, Coordinador del Proyecto ’Texcoco en el Tiempo’, por la fotografía de la Cruz de Jaspeado que aparece al principio de esta breve reseña; también al Licenciado Manuel Uribe Elizalde, por la fotografía que ejemplifica los trabajos de traslado de este monumento a su lugar actual. Así mismo, al Ingeniero Rafael Jiménez Velázquez, por la información acerca de la pintura ambientada en sepia de la Cruz de Jaspeado.

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