Orientada Mexiquense (Ganado)

La cuenca lechera de Texcoco (1)

Dr. Roberto Antonio Huerta Paniagua

La cuenca lechera de Texcoco (1)


Abril 22, 2021 23:16 hrs.
Ganadería ›
Dr. Roberto Antonio Huerta Paniagua › Divergencias Informativa

Por: R. Antonio Huerta Paniagua
Carolina García Santillán
Isidoro Rodríguez Rey

INTRODUCCIÓN

Cuando los españoles arribaron a las islas de las Antillas y posteriormente a las tierras continentales de lo que se conocería después como América, trajeron consigo algunos vegetales comestibles y animales domésticos, muy aparte de los caballos. En un principio esos vegetales y animales tenían la función exclusiva de alimentar a la tropa: marinos y soldados. Fue después de las guerras de conquista y exploración de tierras adentro que muchas de esas plantas y animales se empezaron a introducir al Nuevo Mundo con la finalidad de cultivarse y multiplicarse. Había que alimentar ya no nada más a la tropa, sino también a la creciente población de colonos europeos, de mestizos y también de indígenas.

En esa dinámica, los españoles introdujeron especies animales completamente desconocidas por los pueblos originarios, como los cerdos, los ovinos y los caprinos, las gallináceas, los bovinos (ganado vacuno), así como asnos y mulas. Y curioso, los naturales de estas tierras adoptaron casi de inmediato la crianza de las especies menores de esos animales recién llegados para incluirlos en su dieta.

Pero con respecto a las especies mayores, como los bovinos, su explotación fue en un principio exclusividad de los españoles. Tuvieron que pasar algunos años para que los mestizos y los indígenas se dedicaran a una actividad ganadera con animales domésticos mayores.

Continuó transcurriendo el tiempo y la población de La Colonia, luego la del México Independiente y ahora la contemporánea, terminó (terminamos) aceptando, como parte de la dieta cotidiana, aquellos vegetales y animales domésticos traídos por los españoles a América, como ciertas frutas, verduras y especies, así como el trigo para la elaboración de pan, la leche y sus derivados, el huevo y las carnes de pollo, cerdo y res, entre otros alimentos más.

En este tenor, el presente documento (la presente crónica) bosqueja de una manera muy breve la historia de la ganadería en lo que sería México; posteriormente, el nacimiento y desarrollo de la ganadería en la zona de Texcoco en cuanto a la producción de leche, hasta el grado de constituirse dicha zona en una de las cuencas lecheras más importantes del país e incluso con reconocimiento mundial.

Se describen en este estudio las causas del nacimiento de la cuenca lechera, su auge y posterior declive. Se destaca también aquí la importancia de la producción de leche en la zona, la cual determinó en buena medida cierta dinámica económica y social en la ciudad de Texcoco.

Y concluye la presente crónica con la descripción y reseñan, de forma muy breve, de los principales ranchos lecheros que durante la existencia de la Cuenca Lechera de Texcoco estuvieron establecidos en ésta.

La idea y objetivo principal de este documento es, en principio, rescatar y dar a conocer al público en general (a los texcocanos en general) un capítulo casi olvidado y poco conocido de la historia local de Texcoco, y el cual consideramos los autores fue muy importante no nada más localmente, sino que rebasó por mucho los límites de la región texcocana.

Finalmente, y es muy oportuno aclararlo: esta reseña es una crónica, por lo que los autores tenemos toda la libertad de escribir libremente sin ajustarnos estrictamente a los cánones que dicta la investigación histórica en cuanto a los formalismos y reglas para nombrar informantes clave, citar fuentes bibliográficas y ahora páginas electrónicas. Ya será trabajo de los profesionales en la historia, si a bien así lo juzgan, retomar estar letras como base y elaborar un estudio concienzudo, estricto y apegado a las reglas de tan importante ciencia social.

ANTECEDENTES DE LAS CUENCAS LECHERAS EN MÉXICO

De Cristóbal Colón a Hernán Cortés

Cuando arribó Cristóbal Colón a las islas del hoy Mar Caribe, el 12 de octubre de 1492, se percató de que no había animales mayores que pudieran utilizarse para el establecimiento y manutención de una colonia. Por lo tanto, en su segundo viaje, en 1493, trajo desde las Islas Canarias a La Española, actual República Dominicana y Haití, cuatro becerras y dos becerros, 200 gallinas y gallos, 25 caballos, seis yeguas, cuatro asnos y dos asnas, 20 verracos (cerdos machos), 800 marranas y algunas cabras y ovejas; así como varias hortalizas, semillas de naranja, limones, melones y cidras. De esta manera, conforme los españoles conquistaban y colonizaban las islas del Mar Caribe, iban llevando a sus animales domésticos con ellos. Y así fue al pasar a tierras continentales.

Años después, en 1519, Hernán Cortés Monroy Pizarro, zarpó de la Isla de Cuba rumbo a las tierras de lo que posteriormente sería México con 32 caballos. Algunas fuentes así lo señalan, aunque otras fuentes asientan que Cortés llegó a México Tenochtitlán solamente con 16 caballos. No se habla de otros animales domésticos mayores, pero sí se sabe que los españoles trajeron también perros mastines entrenados para la guerra, los cuales se habían utilizado en Europa con anterioridad contra los moros.

Paralelamente, en aquellos tiempos, como parte del avituallamiento de los barcos para la manutención de la tripulación (marinos y soldados), se embarcaban especies de animales domésticos menores vivos, por ejemplo, cabras, ovejas, cerdos y aves de corral principalmente. Así que en la expedición de Cortés debieron haberse traído también algunas de esas especies animales; pero, se recalca, eran para el consumo de la tropa, no con la finalidad ex profesa de establecer explotaciones ganaderas.

Inicios de la Ganadería en Nueva España

La ganadería en el hoy México empezó a desarrollarse después de la caída de la Gran Tenochtitlán. Se afirma que cuando los españoles comenzaron a asentarse primero introdujeron cerdos y gallinas, posteriormente borregos y cabras y finalmente reses. Empero, algunas fuentes informan acerca de los méritos y servicios de Gregorio de Villalobos, colaborador de Hernán Cortés durante la conquista de los mexicas y de otros pobladores de Nueva España, asentando que, en 1521, seis meses antes de la toma de México Tenochtitlán, fue el primero que introdujo ganado vacuno; además de haber ejercido varios encargos dados a él por el propio Hernán Cortés.

Las fuentes de información aquí inducen a cierta confusión. Se afirma por una parte que Gregorio de Villalobos desembarcó las primeras 50 reses en el recién formado puerto de la Vera Cruz y las estableció en un valle cercano al actual estado de Tamaulipas. Pero, por otra parte, se asienta que no fue sino hasta seis años después de derrotados los mexicas, en el año de 1527, cuando Villalobos desembarcó en el mismo puerto esas primeras 50 reses traídas desde tierras frías de la España peninsular al Nuevo Mundo y que las condujo a las tierras altas y centrales de Nueva España.

Otras fuentes señalan que los primeros bovinos provenientes de las Islas de Cuba y La Española llegaron al Pánuco en 1527, siendo el conquistador Nuño Beltrán de Guzmán su introductor, pero las introdujo con la finalidad inicial de intercambiarlas por esclavos huastecos de esa región. Y es que para ese entonces en las Antillas abundaba ya el ganado vacuno y escaseaba la mano de obra en dichas islas. Su negocio prosperó y llegó a intercambiar hasta diez indígenas por una cabeza de ganado.

Posteriormente, Nuño de Guzmán, introdujo más reses y así llegó a convertirse en uno de los principales ganaderos de la región del hoy estado de Veracruz, por lo cual algunos autores lo reconocen como el primer ganadero de Nueva España, y por extensión, de México.

A partir de esos momentos inició la expansión de la ganadería en Nueva España. Y en la época Colonial todo lo relacionado con la cría de animales y sus beneficios fue controlado por la Corona Española, que a su vez le otorgó el poder de reglamentar y proteger la actividad ganadera a la Hermandad de la Mesta Castellana, una organización de antiguos pastores, y a la Mesta Novohispana.

Una fuente reporta que en 1538 Jerónimo López poseía una estancia de ganado con 1,872 ovejas, 394 carneros, 50 vacas, 30 puercos y ocho cabras; y que para 1550 tenía ya otra estancia con 700 o más vacas, cien yeguas, 37 novillos cerreros, 70 puercos y 150 ovejas. Cincuenta años después, sus descendientes contaban con más de cien mil vacas y seis mil becerros. Hacia 1560, en el momento de mayor expansión de las estancias del Valle del Mezquital, poseían cada una en promedio diez mil ovejas.

Y en cuanto a la región de Texcoco, se afirma que, en la Hacienda Molino de Flores, en 1595, cuando era su propietario Pedro Dueñas (aún no se llamaba Molino de Flores), ya tenía entre dos mil y tres mil ovejas.

La ganadería prosperaba y para el año de 1626 había ya en Nueva España ocho millones cien mil borregos y cabras, y entre un millón y medio y dos millones de cabezas de ganado bovino. Los cerdos eran muy numerosos, porque además de ser explotados por los españoles, muchos indígenas ya tenían sus propias explotaciones porcinas y además había gran cantidad de cerdos de traspatio; de igual manera con las gallinas.

Volviendo a Veracruz, como dato curioso, después de la conquista española, la ganadería se extendió también hacia el sotavento del puerto (al sur), hasta lo que hoy es el noroeste de Tabasco; la zona mazateca, la mixe y chinantla del norte de Oaxaca; así como a la región zoque de Chiapas y también a la oaxaqueña.

Pero como los nativos de esas tierras desconocían el manejo del ganado vacuno, en un principio los españoles recurrieron a una mano de obra conocedora ya de esta actividad; así que aprovecharon la experiencia de descendientes de esclavos negros traídos de África para extender la ganadería hacia el sur del puerto de Veracruz.

Bajo un estilo andaluz del manejo del ganado, los vaqueros arreaban y dominaban a las reses, ya sea a pie o a caballo, portando unas lanzas o garrochas largas conocidas como ’jaras’, las cuales con el tiempo se convertirían en una herramienta indispensable para el manejo del ganado en esa zona. Pero también, dichas jaras, llegarían a convertirse en armas de ataque y defensa.

A las personas que manejaban esas jaras, negros y mulatos, se les empezó a llamar jarochos; y con el tiempo, por extensión, el término se aplicaría a los veracruzanos en general. Hubo luego otros adjetivos para denominar a las personas de acuerdo a sus lugares de origen.

Paralelamente a todo lo anterior, se establecían e implementaban diferentes modos de administración política y económicas del territorio Novohispano, así como de la repartición de tierras, por ejemplo, las encomiendas, las repúblicas de indios, las haciendas, los mayorazgos, las caballerías y otras modalidades, lo cual determinaría a la postre la conformación de ranchos ganaderos.

Continuará parte 2

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