Ante los feligreses, el evangelio expone que, -La historia de Pedro y Pablo nos enseña que la comunión a la que el Señor nos llama, es una armonía de voces y rostros, no anula la libertad de cada uno. Nuestros patronos han recorrido caminos diferentes, han tenido ideas diferentes, a veces se enfrentaron y discutieron con franqueza evangélica. Sin embargo, eso no les impidió vivir una viva comunión en el Espíritu, una fecunda sintonía en la diversidad.
Además, -El Nuevo Testamento no esconde los errores, las contradicciones, los pecados de aquellos que veneramos como los más grandes apóstoles. Su grandeza ha sido modelada por el perdón. El Resucitado los fue a buscar, más de una vez, para traerlos de nuevo a su camino. Jesús no llama una sola vez.
-Es por esto que todos podemos esperar siempre. Sobre las tumbas de los apóstoles, meta milenaria de peregrinaje, también nosotros descubrimos que podemos vivir en esta continua conversión.
- La unidad de la Iglesia y entre las Iglesias se nutre del perdón y de la confianza recíproca, que comienza por nuestras familias y nuestras comunidades. En efecto, si Jesús confía en nosotros, también nosotros podemos fiarnos los unos de los otros, en su Nombre.
- En esta fiesta se celebra también la Jornada dedicada al Óbolo de San Pedro, que es un signo de comunión con el Papa y de participación en su ministerio apostólico. Agradezco de corazón a todos los que con su donación sostienen mis primeros pasos como Sucesor de Pedro.
El sacerdote Toño, puntualizó el martirio de San Pedro y San Juan, cuyo significado alude a que el "Príncipe de los Apóstoles" fue crucificado boca abajo en el Circo de Nerón, cerca del lugar donde hoy se levanta la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
De San Pablo recordó que es también conocido como el "Apóstol de los Gentiles". Fue decapitado en Roma, como ciudadano romano que era (la crucifixión era para no romanos). Su martirio simboliza su incansable trabajo misionero y profunda teología.
"La celebración conjunta de Pedro y Pablo el mismo día subraya que, a pesar de sus diferencias de temperamento y misión, ambos fueron pilares fundamentales de la Iglesia y dieron su vida por Cristo en la misma ciudad, Roma. Sus tumbas en Roma son lugares de peregrinación y simbolizan la universalidad de la Iglesia fundada en su testimonio".
Así concluyo, "estas celebraciones ponen de manifiesto la importancia de la figura del Papa, el rol central de Roma en la Iglesia y el fundamento apostólico sobre el que se edificó la fe cristiana, encarnado en el sacrificio de Pedro y Pablo".