Participan autoridades eclesiásticas, en las 14 estaciones de ’La Pasión de Cristo’ este viernes Santo, la cual fue presidida por Fray Martín rector de la Diócesis de Texcoco, una presentación en vivo con la compañía de los integrantes de Amazonas Teatro, corriéndose por las calles céntricas Texcocanas, donde los vecinos fieles y asistentes mostraron un gran fervor por la religión católica.
Desde la Catedral de Texcoco se personificó el "Vía Crucis", recorriendo calle Fray Pedro de Gante, dando vuelta a la izquierda en la vialidad Abasolo, enseguida avenida Juárez y llegan calle Colón, a la izquierda tomado nuevamente calle de Gante para llegar a la Catedral de la Inmaculada Concepción y se concluye las 14 estaciones.
Al respecto, se resalta que toda la Iglesia se une en duelo y espíritu penitencial para conmemorar la Pasión y Muerte del Señor. La liturgia de hoy, en toda su riqueza, nos depara momentos intensos en los que podremos profundizar en el misterio del sacrificio de Cristo. En todo el mundo cristiano se llevan a cabo en las diversas expresiones de fe.
Asimismo, frente a la puerta de acceso al templo de Catedral de Texcoco, se dio inicio a ’La Pasión de Cristo’, los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la cara y le preguntaban: ’¿Adivina quién te ha pegado?’ Y profieren contra él muchos insultos. Lo hicieron comparecer ante el sanedrín.
Ahí, se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron: "Si tú eres el Mesías, dínoslo". Él les contestó: ’Si se lo digo, no lo van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso’.
Dijeron todos: ’Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?’ Él les contestó: ’Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy’. Entonces ellos dijeron: ’¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismo lo hemos oído de su boca’. El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas se levantaron, y llevaron a Jesús ante Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este hombre; entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: "Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey’"
Pilato preguntó a Jesús: ’¿Eres tú el rey de los judíos?’ Él le contestó: ’Tú lo has dicho’. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba: ’No encuentro ninguna culpa en este hombre’. Ellos insistían con más fuerza, diciendo: ’Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí’.
Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días. Herodes, con su escolta, lo despreció, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra.
Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos.
Pilato les entregó a Jesús; convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: ’Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré’.
Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaban en masa, diciendo: ’¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!’ A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: ’¡Crucifícalo, crucifícalo!’.
Él les dijo por tercera vez: ’¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré’. Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
Hijas de Jerusalén, no lloren por mí sostuvo Jesús…
Por ello, se reza el Vía Crucis [El camino de la cruz], se escucha el ’Sermón de las Siete Palabras’ –reflexión en torno a las palabras que Cristo pronunció en la Cruz– así mismo, se realizan la procesión o liturgia semejantes, presididos generalmente por la imagen de Cristo, en este caso por la personificación del ’Vía Crucis’ y sufriente y de su Madre Dolorosa.
Aclarándose, que en este Viernes Santo no se celebra la Santa Eucaristía ni ningún otro sacramento, a excepción, claro está, del Sacramento de la Reconciliación y la Unción de los Enfermos en caso de necesidad o urgencia. En la tarde del Viernes Santo se realiza la Celebración de la Pasión del Señor, que conmemora los distintos momentos por los que pasó el Salvador en las horas previas a su ejecución.
Ese itinerario de dolor se recuerda paso a paso a través de la lectura de la Palabra, la Adoración de la Cruz y la Comunión Eucarística -consagrada el día previo, Jueves Santo-. La Santa Madre Iglesia nos invita a acompañar a la Virgen María en sus sufrimientos de madre. Ella nunca abandonó a su Hijo y, a diferencia de la gran mayoría de discípulos, no huyó y permaneció firme a los pies de la cruz.
En su momento, por la noche, los fieles meditan el periplo de Jesucristo hacia el Calvario o Gólgota a través del Vía Crucis [El camino de la cruz]. Luego, antes de acabar el día, en numerosos lugares se celebra el ’Oficio de las Tinieblas’ en el que se recuerda la oscuridad en la que cayó el mundo cuando muere el Redentor. Dicha celebración, generalmente hecha dentro del templo y en un ambiente de creciente oscuridad, concluye con un signo de esperanza: después de dejar paulatinamente el templo a oscuras, se enciende una vela sobre el altar que recuerda que Jesús habrá de resucitar.
Recordar, que nunca olvidemos que Cristo no se guardó nada para sí, sino que lo dio todo por nuestra salvación. Nosotros, los fieles, debemos responder guardando ‘silencio’ -externo e interno- o fomentando el espíritu reflexivo. Debemos unirnos al duelo por la muerte de Jesucristo.