EL SITIO DE PUEBLA DE 1863


El Sitio de Puebla de 1863 en México, comparable sólo con el Sitio de Sebastopol de 1854 en la Guerra de Crimea



Cultura
Marzo 14, 2025 20:14 hrs.
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Roberto Antonio Huerta Paniagua / › Divergencias Informativa

Seminario de Cultura Mexicana
Corresponsalía Texcoco, Estado de México

EL DETONANTE DE LA INTERVENCIÓN FRANCESA

Debido a la moratoria de pagos de las deudas externas contraídas por México con España, Francia e Inglaterra, estos imperios formaron una alianza tripartita para intervenir militarmente nuestro país y así garantizar dichos pagos. El 17 de diciembre de 1861 arribaron a Veracruz las fuerzas españolas, el 7 de enero de 1862 llegan los ingleses y al día siguiente desembarcan los franceses. Hay negociaciones entre los cuatro países que de alguna manera aceptan México, España e Inglaterra, más no Francia. Los iberos y los ingleses retiran sus tropas de México, pero las francesas permaneces y prácticamente inicia la ’Segunda Intervención Francesa’ en México.

Las hostilidades formales entre franceses y efectivos del ejército republicano estallan el 19 de abril de 1862 en Fortín de las Flores, Veracruz, luego hay otros enfrentamientos y el 5 de mayo es derrotado el ejército conjunto de invasores franceses y conservadores mexicanos al intentar tomar éstos los fuertes de Loreto y Guadalupe en Puebla, defendidos por las fuerzas armadas republicanas.

DESPUÉS DEL 5 DE MAYO

Por la tarde-noche del 5 de mayo los franceses, derrotados, se retiran a su campamento en la Hacienda de San José, frente a Puebla, esperando por tres días recibir auxilio de los conservadores mexicanos para volver a atacar los fuertes, pero no recibieron ayuda alguna, por lo que, el 8 de mayo a las cuatro de la tarde, empezaron su retirada hacia Amozoc y luego a Orizaba.

Entre tanto, en Francia, la noticia de la derrota del ejército francés causó gran estupor, incredulidad y sorpresa, además del enfurecimiento de Napoleón III, emperador de ese país, por lo que éste destituyó a la postre al conde de Lorencez, quien hasta entonces comandaba a los franceses.

Volviendo a México, hubo intentos por parte del ejército republicano para tomar la ciudad de Orizaba, pero debido a que fue derrotado en dos ocasiones no fue posible lograrlo. El 14 de mayo efectivos franceses al mando del capitán Diétrie derrotaron en la acción de Borregos al ejército republicano al mando del general González Ortega; y cuatro días después, el 18, Lorencez, en Barranca Seca, cerca de Orizaba, derrotó al general republicano Santiago Tapia.

VAN LLEGANDO A MÉXICO MÁS TROPAS FRANCESAS

Después de estas acciones los frentes se estancan por casi un mes y el 10 de junio, desembarca en Veracruz el general francés Douay con 500 soldados. Al mes siguiente, el 3 de julio, Napoleón III le escribe una carta al general Élie Frédéric Forey (Elías Federico Forey) nombrándolo general en jefe de la expedición francesa en México. Forey desembarcó en Veracruz hasta el 21 de septiembre de 1862, al mando de una nueva división francesa.

Pero antes, el 8 de septiembre, fallece en la ciudad de Puebla, de tifus, el general Ignacio Zaragoza Seguín, vencedor de la batalla del 5 de mayo pasado, sucediéndole en el mando el general Jesús Gonzáles Ortega.

Durante el mes de octubre arribaron a Veracruz más soldados franceses; a principios de este mes, desembarcó el general Neigre y el 17 los generales François Achille Bazaine (Aquiles Bazaine) y Castagny. Los tres, al frente de numerosos efectivos franceses. Para ese mes, el ejército francés bajo el mando de Forey era de 17,384 hombres, sin contar con los efectivos que estaban a la mano del conde de Lorencez y los cerca de diez mil marinos de la armada francesa que patrullaba las aguas mexicanas.

El 24 de octubre el general Forey, procedente de Veracruz, llega a Orizaba y es recibido por el conde de Lorencez y su estado mayor, así como por el político y general conservador Juan Nepomuceno Almonte (hijo de José María Mores y Pavón), el ayuntamiento de la ciudad, el jefe político y varios sacerdotes católicos locales.

Por otra parte, siguiendo las instrucciones de Napoleón III, Lorencez fue destituido del mando y el 17 de diciembre de 1862 se embarcó en Veracruz rumbo a Francia.

EN PREPARACIÓN DEL SITIO DE PUEBLA

A partir de la llegada de Forey a México y en preparación del avance previsto para la primavera siguiente, con el fin de no cometer los errores de Lorencez, fue éste muy cauteloso y primero fueron tomadas las ciudades de Córdoba, Perote, Tampico, así como otros puntos estratégicos.

El mismo día que llegó Forey a Orizaba, el general ahora republicano, Ignacio Comonfort, llegaba a la Ciudad de México con alrededor de diez mil tropas de la frontera para defenderla. Comonfort, liberal moderado, se había unido a los conservadores, pero a mediados de octubre, debido a la intervención francesa, le escribió a Juárez y le ofreció su espada para combatir a los invasores, por lo que fue indultado.

A finales de enero de 1863 llega a México el general italiano constitucionalista, Luigi Ghilardi, quien había luchado en 1849 contra los franceses al lado de Giuseppe Garibaldi en la defensa de Roma. Ghilardi, se entrevista con Juárez, le ofrece sus servicios, los cuales son aceptados y se le encarga dirigir los trabajos de fortificación de la ciudad de Puebla.

Para entonces, el general Jesús González Ortega, contaba para la defensa de la plaza de Puebla con 20 a 22 mil soldados republicanos del Ejército de Oriente, 170 cañones y 18,000 mil armas portátiles. Por otra parte, el Ejército del Centro, al mando el general Ignacio Comonfort, acantonado en San Martín Texmelucan, se componía de ocho mil efectivos que debían amagar a los sitiadores en diversos puntos en combinación con las fuerzas de la plaza; además, éstos debían introducir víveres y municiones a Puebla, así como batir a diversas guerrillas conservadoras que merodeaban por las cercanías de esta ciudad.

González Ortega y su alto mando definieron un plan de defensa basado en la construcción de un sistema de fuertes, la fortificación de cuatro zonas de manzanas en el casco urbano y el cerro de San Juan, la construcción de redientes, parapetos y líneas interiores apoyadas en edificios y templos. A los fuertes de Loreto y Guadalupe se agregaron los de Santa Anita o El Demócrata, San Javier o Iturbide o Penitenciaría también, El Carmen o Hidalgo, la garita de Totimehuacán o Ingenieros, la iglesia de los Remedios o Zaragoza, La Misericordia o Independencia, el fortín del Señor de los Trabajos y la línea de redientes del Parral o Morelos. Y la tropa, estuvo comandada por los generales republicanos de mayor prestigio, como Miguel Negrete, Felipe Berriozábal, Francisco Lamadrid, Porfirio Díaz, Joaquín Colombres, Ignacio de la Llave, Francisco Alatorre, Luigi Ghilardi, Nicolás Régules, Tomás O’Horán, Vicente Rivapalacio, Manuel Patoni, Ignacio Mejía, Félix Díaz, Nicolás Romero y el entonces coronel Mariano Escobedo.

Se conformaron cinco divisiones: la 1ª División, al mando del general Berriozábal defendía el Fuerte de Guadalupe con los generales Hinojosa, Gayoso y Osorio; la 2ª División, comandada por el general Miguel Negrete se encargaba de las reservas con ayuda del general Escobedo; la 3ª División la mandaba el general Florencio Antillón en el Fuerte de San Javier, le ayudaría el general Mariano Rojo y contaba con los batallones 1°, 2° y 6° de Guanajuato; la 4ª División, comandada por el general Alatorre defendía los fuertes Hidalgo y Morelos, lo acompañaban los generales Ghilardi y Nicolás Régules y ahí estaban las unidades de zapadores, artilleros veracruzanos y cinco batallones de Zacatecas; y la 5ª División la comandaba el general Ignacio de la Llave, teniendo como subalternos a los generales Patoni, Pinzón y Mejía; esta división defendía los fuertes Ingenieros y Zaragoza, los cuales estaban unidos por trincheras y parapetos construidos en cada casa.

El 10 de marzo de 1863 el general Gonzáles Ortega declaró que la ciudad estaba en estado de sitio y le pidió que todo aquel que no participar en la defensa de la ciudad que se retirara, así como también a los ciudadanos de nacionalidad francesa, por lo que miles de personas abandonaron la ciudad, excepto los pobres y quienes no tenían a dónde ir.


INICIA EL SITIO DE PUEBLA

El 15 de marzo de 1863 las tropas francesas, al mando del general Forey; y, las conservadoras mexicanas, compuestas por dos divisiones, una comandada por el general Leonardo Márquez y la otra por el general Juan Vicario, llegan a la ciudad de Puebla para atacar a las fuerzas republicanas. El ataque a la ciudad inició al día siguiente y duró 62 días. A este sitio se le conocería en la historia de México como el ’Sitio de Puebla de 1863’.

Forey llegó a Puebla acompañado de sus generales entre los que destacaban Achille Bazaine, Félix Charles Douay, Pierre Jeannigros, y Armand de Castagny, entre otros.

El 16 de marzo, inició el Sitio de Puebla. Los sitiadores estaban compuestos por un ejército de 30 mil soldados: 22 mil franceses y legionarios y ocho mil mexicanos conservadores.

El ataque francés inició el 18 de marzo con el envolvimiento de la ciudad. El general Douay movió sus columnas rodeándola por el norte y Bazaine por el sur. Así, Puebla quedó completamente sitiada. El primer combate entre zuavos y la caballería republicana fue este día y duró dos horas, los mexicanos fueron desalojados del cerro de San Juan, en cuya cima el general Forey estableció su cuartel general. De inmediato los franceses cortan el cableado telegráfico. Forey planea entonces su primer asalto a la ciudad atacando el Fuerte de San Javier.

El 19 y 20 de marzo sólo hubo disparos aislados, la batalla comenzó formalmente el 21 de marzo, cuando por un frente, las fuerzas del general Negrete apostadas en torno al Fuerte de Loreto, recibieron más de 30 disparos de artillería; mientras que, por otro frente, zapadores franceses inician los preparativos del terreno para atacar el Fuerte de San Javier; para lo cual construyen una trinchera a 1,200 metros de los muros del fuerte. Al día siguiente abren otra trinchera a 600 metros de la anterior acercándose al bastión republicano y montan piezas de artillería en las dos trincheras.

De inmediato inician operaciones y maniobras de acercamiento, así como algunos cañoneos al fuerte, los cuales se intensificaron a partir del 26 de marzo. Este día acontece el primer asalto a la fortaleza, los soldados del 99° de línea y zuavos atacaron con gran furia, eran en su mayoría combatientes del 5 de mayo y buscaban venganza.

Hubo una lucha cuerpo a cuerpo con los defensores que trataban de impedir el asalto francés; entonces contraatacan el 1° y 6° de Guanajuato a los que se unen los rifleros de San Luis Potosí y una sección de reserva del general Negrete. El cañoneo sobre los muros de San Javier era intenso y abre una grieta, pero los zapadores mexicanos logran sellarla. Luego de dos horas de intenso combate los franceses se retiran.

En este mismo día, a las once de la noche, los franceses llevan a cabo un segundo asalto, nuevamente se producen luchas cuerpo a cuerpo; los zuavos son entonces rodeados por los hombres de Ghilardi y Azua y después de una hora de pelea los galos se retiran en completo desorden.

El 27 de marzo, a las cinco de la mañana, los franceses inician un bombardeo aún más destructivo y después de dos horas de cañoneo los daños estructurales al fuerte eran considerables. Los cañones mexicanos eran inferiores en calidad y potencia. En este mismo día, los franceses terminan una tercera trinchera a tan solo 130 metros del fuerte.

Por la madrugada del 28 de marzo, a la una y media, se realiza un tercer ataque francés, la vanguardia la llevan los del 41° de línea y los cazadores de Vincennes, se produce otro encuentro cuerpo a cuerpo contra los batallones de Guanajuato; 450 infantes de marina galos apoyan el ataque al fuerte, en esta ocasión los franceses llegan hasta sus muros. Súbitamente aparecen por ambos costados de los atacantes los lanceros de Negrete apoyados por el batallón mixto de Querétaro y los rifleros de San Luis Potosí. Se entabla un combate contra los cazadores de Vincennes, hay más de cien muertos de ambos lados; y otra vez los franceses se retiran en desbandada, los invasores dejan más de sesenta cadáveres tirados en el campo de batalla. A estas alturas, ya hay más muertos que en la batalla del 5 de mayo.

Al amanecer del 29 de marzo se fortifican algunas secciones dentro de San Javier, pero una parte del fuerte se desploma. Por la madrugada de este día se produce el cuarto asalto francés. Los galos construyen una cuarta trinchera a tan sólo 70 metros del fuerte y cargan a la una y media de la mañana apoyados por el fuego de 40 cañones; por lo que logran entrar al fuerte por las grietas, pero se topan con el violento fuego de los batallones de Querétaro y Guanajuato. Además, llegan en refuerzo los zacatecanos de Ghilardi. En ese combate mueren 82 mexicanos y 53 franceses; y nuevamente los franceses abandonan su intento de asalto.

Forey comienza a desesperarse, entonces asigna el mando de lo que sería el asalto final a Bazaine. A la una de la tarde se desplazan 3,000 atacantes desde el cerro de San Juan, cuentan con 80 cañones que disparan sobre San Javier. A las cinco de la tarde de este mismo día se produce una rápida y fuerte carga francesa. Diez mil efectivos se lanzan al ataque encabezados por los cazadores de Vincennes, el 2° regimiento de zuavos y el 99° de línea. Los franceses logran entrar y plantan su bandera entre los escombros: el fuerte ha caído… Pero no ha sido desalojado.

Entre los escombros todavía hay defensores, ocurre explosiones que mata a varios franceses, tiroteos, encuentros cuerpo a cuerpo; además, se combate dentro y fuera del baluarte, en las casas y en las calles que lo rodean, así como en la Plaza de Toros que se encuentra muy cerca de San Javier. Los zacatecanos arrojan granadas desde las azoteas del derruido fuerte y los que quedan del 6° batallón de Guanajuato luchan a bayoneta calada contra los zuavos. Además, se desatan violentos tiroteos desde los fuertes aledaños. Algunos mandos y tropa logran salir del fuerte, pero muchos quedan atrapados y son acribillados por los zuavos.

Finalmente, el capitán de zuavos Gilard llega al primer patio y le propone al teniente coronel Rosado la rendición a nombre del general Douay. Como ya se habían agotado las municiones, se pacta que la rendición nos sea a los zuavos, porque no le respetaban la vida ni a los heridos, se aceptan los términos, se suspende el fuego, y para garantizar la vida de los oficiales y tropa los zuavos son sustituidos por los cazadores de Vincennes. Posteriormente llega al fuerte una nueva columna francesa de refuerzo.

Al anochecer del mismo día los comandantes mexicanos llaman al repliegue y sale del fuerte lo que queda de las tropas mexicanas y se resguardan en la Plaza de Toros y en la Iglesia de Guadalupe.

Las fuentes registran que el médico militar francés, Aronson, al comienzo del Sitio de Puebla escribió en su diario: ’Puebla ha de ser un segundo Sebastopol’; y de Forey, se anota que después de la toma de este fuerte, por el intenso bombardero, los sangrientos enfrentamientos y la aguerrida defensa, expresó a manera de elogio: ’Sólo comparable con el sostenido en Sebastopol’.

Cabe señalar aquí que en Puebla las iglesias, monasterios, algunas casonas y los fuertes tenían gruesas paredes de piedra, por lo que eran verdaderas fortificaciones; así que, la artillería de campo francesa resultó insuficiente y tuvieron que traer baterías navales de grueso calibre para poder destruir los muros y construcciones.

Durante los 14 días que duró este episodio del Sitio de Puebla murieron siete mil hombres. Fue la etapa más sangrienta de todo el sitio. Con la caída del fuerte de San Javier lo franceses pensaban que la toma de Puebla sería cosa de unos cuantos días. Los comandantes mexicanos expresaban: ’Ya nos veremos combatiendo casa por casa y pieza por pieza’. La ciudad resistió 49 días más durante los cuales se produjeron combates muy sangrientos causando numerosas bajas a ambos bandos hasta la rendición de la ciudad.

Los combates continúan en diferentes puntos de Puebla. El 31 de marzo las fuerzas republicanas consiguen repeler un primer ataque de los ejércitos francés y conservador en el frente de la manzana de la Guadalupita; pero luego logran tomarla. Avanzan entonces rumbo al zócalo de la ciudad, pero son rechazados en la calle del Hospicio por una batería al mando del general Porfirio Díaz.

En otro sitio, el 4 de abril, el ejército francés intentó acceder al centro de la ciudad atacando el Convento de San Agustín, incendiándolo y entablando una feroz lucha cuerpo a cuerpo sin que la victoria fuera definitiva para ningún bando, ya que cuando los franceses tomaban una manzana, era inmediatamente recuperada por las fuerzas republicanas, obligando a los franceses a retroceder y enfocar su ataque por otro lado.

Debido a la resistencia presentada por los mexicanos, a mediados de abril el alto mando francés realizó un consejo de guerra en el que planteó suspender las hostilidades y dirigirse directamente a la Ciudad de México; sin embargo, como uno de los objetivos del asedio era "cobrarse" la derrota del 5 de mayo, Forey decidió mantener el sitio a toda costa. Para entonces, los defensores empezaban a padecer hambre y la carencia de municiones.

El 25 de abril los franceses y los conservadores mexicanos realizan un ataque generalizado a la ciudad de Puebla. El punto donde más intensamente se recrudeció la batalla de este día fue en el Convento de Santa Inés, en donde las fuerzas del general Miguel Auza Arrenechea y las oaxaqueñas al mando del general Porfirio Díaz resistieron la ofensiva, propinándole una derrota a los franceses y los conservadores, lo que permitió rechazar el ataque generalizado del enemigo.

Para esas fechas la batalla por Puebla se convirtió en una cruenta lucha calle por calle, cuadra por cuadra, casa por casa, piso por piso y cuarto por cuarto. En muchas ocasiones el enemigo estaba del otro lado de la calle y se disparaba de una puerta a otra o de una ventana a otra. Los cuerpos de los que morían quedaban a mitad de la calle, lo que corrompió el aire y las fuentes de agua de la ciudad. Para entonces, casi todos los edificios de la ciudad estaban destruidos.

El 8 de mayo tres divisiones que conformaban el Ejército del Centro, comandadas por el general Ignacio Comonfort, intentaron romper el sitio para reaprovisionar la plaza, pero fueron derrotadas por las fuerzas del general Bazaine y algunos escuadrones del general Leonardo Márquez en la Hacienda de San Lorenzo Almecatla, en las cercanías de Cholula. Acción que se conocería en la historia como la ’Batalla de San Lorenzo’.

Cabe anotar que Comonfort, había traicionado a los liberales, pero se presentó ante el presidente Juárez y le prometió defender la República contra la Intervención Francesa, por lo que recibió el mando militar de ese cuerpo y la orden de auxiliar con víveres y municiones a los republicanos sitiados en Puebla. Sin embargo, no lo logró por la derrota sufrida en esta hacienda.

Las pérdidas que el ejército de Comonfort tuvo en esta derrota fueron de dos mil hombres, entre muertos, heridos y prisioneros; ocho piezas de artillería, veinte carros cargados con víveres y municiones, además de numerosos animales de carga y para el consumo. Esta derrota decidió finalmente la rendición de Puebla.

Con sus efectivos diezmados y viendo que no había posibilidades de obtener víveres ni pertrechos, González Ortega convocó a su oficialidad a un Consejo de Guerra en el que se decidió entregar la plaza a los franceses y a los conservadores. Sólo los generales Pedro Hinojosa, Porfirio Díaz y Felipe Berriozábal proponían romper el sitio. Pero se impuso la decisión de la mayoría. Por lo tanto, se ordenó la destrucción de todo el armamento existente y la disolución simbólica del Ejército de Oriente.

Finalmente, el 17 de mayo de 1863, a las seis de la mañana, Gonzáles Ortega ordena la rendición de la ciudad. Ya había enviado a un ayudante con una misiva dirigido al general Forey comunicándole la imposibilidad de seguir defendiendo la plaza y entregándose como prisioneros de guerra.

LAS FAMOSAS FIRMAS

El 18 de mayo por la mañana, Forey, en respuesta a la misiva de González Ortega, le remite un documento para que lo firmaran todos los generales, jefes y oficiales prisioneros, en el cual se comprometían bajo palabra de honor a: no salir de los límites de la residencia asignada, a no mezclarse por escrito o actos en hechos de guerra o política por todo el tiempo que permanecieran como prisioneros de guerra, y a no corresponder con sus familiares y amigos sin el previo consentimiento d la autoridad francesa.

González Ortega, previa junta y convenio de generales, le envió a Forey una protesta indicándole que no sería firmado su documento. Había 27 generales y jefes republicanos presos, y esta protesta la firmaron 26: Jesús González Ortega, Ignacio de la Llave, Epitacio Huerta, Porfirio Díaz Mori, Felipe B. Berriozábal, Alejandro García, Ignacio Mejía, Mariano Escobedo, Ignacio R. Alatorre, Pedro Hinojoza, Florencio Antillón, Francisco de Lamadrid, Juan D. Caamaño, Francisco Paz, José María Mora, José María Patoni, Joaquín Colombres, Domingo Gayoso, Antonio Osorio, Eutimio Pinzón, Miguel Auza, Manuel G. Cosío, Luciano Prieto, Manuel Sánchez, Pedro Rioseco y Jesús Loera. El 27° fue el cuartel maestre José María González de Mendoza, quien envió aparte su protesta a Forey en los mismos términos.

La protesta conjunta fue leída por los generales a sus coroneles y demás subalternos y oficiales, la cual firmaron todos los coroneles y casi todos los demás subalternos y oficiales, sumando en total 1,400 signatarios, incluidos los 26 generales.

El 19 de mayo entró Forey a la cabeza de su ejército franco-mexicano a la ciudad de Puebla, completamente desolada y en ruinas. Se dirigió a la catedral, espléndidamente adornada y en donde se cantó un tedeum para celebrar su victoria.

LAS EVACIONES

El 20 de mayo, a los jefes subalternos y oficiales que aceptaron las condiciones de los franceses, así como a los soldados rasos, se les puso en libertad; pero a los militares que firmaron la protesta se les comunicó que serían desterrados a Francia. Este mismo día fueron conducidos a Orizaba y Veracruz, a pie y desarmados, cientos de jefes, subalternos y oficiales que sí firmaron la protesta.

En general, de los aproximadamente 21,000 soldados republicanos que iniciaron el sitio, sobrevivieron entre ocho y diez mil; de éstos, unos cinco mil se pasaron (o los pasaron) a las tropas de Leonardo Márquez; y a dos mil se les destinó a destruir trincheras y barricadas, y a limpiar de restos humanos y escombros la ciudad para la entrada de los franceses el adía anterior.

Posteriormente, muchos de los oficiales y soldados liberados se integrarían a las guerrillas de Comonfort, Doblado, Negrete y Porfirio Díaz en Oaxaca.

El 21 de mayo, Forey ordenó quitarles las espadas y pistolas a los generales que firmaron la protesta, ya que hasta entonces se les había permitido portarlas; al tiempo que se les comunicaba que al día siguiente saldrían rumbo al puerto de Veracruz para ser desterrados en Francia. Por la noche de este mismo día, lograron fugarse de Puebla los generales Porfirio Díaz, Berriozábal, Antillón y Caamaño.

El 22 de mayo, los 23 generales restantes fueron conducidos a Veracruz en coches resguardados por soldados franceses. El día 25 de mayo llegaron a Orizaba los desterrados que habían salido de Puebla el día 20 y los que habían sido trasladados este día en los coches custodiados. Todos los presos fueron ubicados en el ex convento de San José de Gracia, entonces el cuartel general francés. Por la noche de este día, por la poca vigilancia francesa, lograron fugarse del cuartel 868 militares republicanos. Los más notables fueron: González Ortega, Ignacio de la Llave, Alejandro García, Hinojosa, Alatorre, Escobedo, Patoni, Auza, Naranjo, Pedro Martínez y Sánchez Román. Los 532 restantes que no pudieron escapar fueron conducidos estrictamente vigilados a Veracruz y embarcados a Francia o la Martinica. De éstos, los más notables fueron González de Mendoza, Epitacio Huerta e Ignacio Mejía.

DESPUÉS DE LA CAÍDA DE PUEBLA

Sin oposición alguna, el ejército franco-mexicano avanzó sobre la Ciudad de México. En la capital había poco más de cuatro mil soldados, insuficientes para defenderla. Por lo que el 31 de mayo ante la imposibilidad de agenciarse fondos y soldados para la defensa de la ciudad frente a un ejército de más de 30 mil hombres, se clausuran las sesiones del Congreso y por la noche de este mismo día sale el presidente Benito Juárez junto con su familia, su gabinete, numerosos adherentes al gobierno liberal y gran parte de la tropa republicana, rumbo a San Luis Potosí. De esta forma iniciaba un gobierno republicano itinerante.

El 7 de junio, sin resistencia alguna, entra el general Bazaine a la ciudad de México encabezando la vanguardia del ejército francés. Posteriormente, el 10 de junio, entra a la capital del país el ejército franco-mexicano. Al frente de todo el contingente iba el general Leonardo Márquez encabezando su división; atrás, iba el general Forey al frente del todo el ejército francés (incluido el general Bazaine). Acompañaba a Forey, a su derecha, Juan N. Almonte. Estos tres personajes fueron recibidos bajo palio en el atrio de la Catedral de México, introducido, sentado bajo un dosel y se celebró en su honor un tedeum. Posteriormente se dirigieron al Palacio Nacional.

Forey, una vez en la capital mexicana, se encargó de crear una Junta Superior de Gobierno, un triunvirato integrado por el general Mariano Salas; el político Juan Nepomuceno Almonte y el Arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos con el fin de que detentara el poder ejecutivo en el país hasta que llegó a México Maximiliano de Habsburgo.

Por la toma de la ciudad de Puebla, el 30 de julio recibió Forey el despacho de Napoleón III otorgándole el grado de mariscal de Francia; el 1° de octubre de 1863 el emperador francés le ordenó a Forey regresar a su país y éste le entregó el mando de las fuerzas francesas en México al general Achille Bazaine. Forey desempeñó diversas actividades militares en su país hasta que, en 1867, fue dado de baja a consecuencia de un derrame cerebral. Fallecería en su natal París en 1872.

Entretanto, las primeras órdenes de Juárez fueron organizar dos ejércitos: el Ejército del Centro, que fue el segundo con este nombre; y el Ejército de Reserva, que organizó el general Doblado con los elementos del estado de Guanajuato.

EL INCREÍBLE DESTINO

Quién iba a pensar, en 1863, después de la toma de Puebla por los franceses y los conservadores mexicanos, que cuatro años después se invertirían completamente las cosas. El 2 de abril de 1867 fue tomada Puebla, que estaba en manos de los conservadores e imperialistas, por el Ejército de Oriente al mando del general Porfirio Díaz, uno de los generales sitiados en aquel 1863 en Puebla; y que, en la Hacienda de San Lorenzo Almecatla, en las cercanías de Cholula, fuera derrotado Leonardo Márquez, uno de los sitiadores de Puebla en 1863, como lo fue cuatro años atrás Ignacio Comonfort.

La relatoría de los acontecimientos de la toma de Puebla por el general Porfirio Díaz y la derrota de Márquez, fueron relatadas en espacios similares a este; y en breve, se describirá la batalla del 10 de abril de 1867, la cual determinó la derrota y aprehensión de Maximiliano de Habsburgo en Querétaro.

FUENTES DE INFORMACIÓN

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