Postigo
José García Sánchez
Pareciera que el PRI tiene más aspirantes a su presidencia que militantes. Mientras no tenga un padrón actualizado el PRI no podrá en realidad exponerse al ridículo de lanzar una convocatoria para elegir a su dirigente.
Lo cierto es que desde el nombramiento de Meade como candidato a la Presidencia de la república, muchos priístas salieron corriendo, no sólo huyendo de la derrota inminente sino de la venganza que podría producir el hecho de haber trabajado por años para impulsar candidatos para que el remedo de presidente de la República que tenían en ese momento nombrara a un candidato no priistas
La salida masiva de la militancia se intensificó durante la campaña y luego del 1 de julio, ni siquiera adiós dijeron. Ante esta realidad es muy difícil saber con cuántos militantes cuenta el tricolor a la hora de convocar a una votación por la Presidencia de su Partido.
El PRI está quebrado económicamente y nadie, de quienes se enriquecieron ilícitamente gracias a los cargos que obtuvieron gracias a su militancia tricolor, puede aportar un peso porque se iniciaría, a partir de su donativo al PRI, --cuyo monto en realidad pertenece a los mexicanos--, una investigación que no se detendría.
Ya se le han descubierto mucho lodo a sus militantes como para moverse con libertad para ganar espacios electorales, se conforma con no tener un espacio bajo la sombra.
El PRI está entrampado en su propia conducta delictiva que nunca creyó fuera a ser descubierta y, menos aún, castigada. Deberá tener a candidatos para su presidencia sin mucho historial delictivo si quiere sobrevivir, por eso se postulan políticos de segunda división como Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche y el ex rector de la UNAM, José Narro Robles, quien no está libre de culpa, desde luego, ya que en el poco tiempo que estuvo al frente del sector salud demostró preferencia por algunos laboratorios de manera casi monopólica.
Es decir, a la cabeza del PRI no pueden ir ahora los mismos de siempre sin despertar suspicacias y motivas investigación penal. Tampoco pueden sacar millones de sus cuentas en el extranjero para fortalecer a su partido, aunque quisieran, que no quieren en realidad. También se ven impedidos de convocar a la militancia porque desconocen el padrón que ahora existe luego de la gran derrota del 1 de julio, cuando cientos de miles de priístas salieron corriendo del barco que se hundía.
Es decir, el cambio de piloto en el PRI sirve sólo para mantener los reflectores de los medios sobe su cúpula, con el fin de mantenerse vivo hasta las elecciones de este año, donde todo hace suponer que no ganará muchos espacios, sino todo lo contrario, pero no puede arriesgar cambios bruscos en su dirección sin deteriorar más su vida interna.
Así que en este año y en las próxima elecciones el PRI deberá nadar de a muertito para mantenerse con vida en el naufragio de su partido, que no podría rescatar ninguno de sus anteriores militantes distinguidos sin provocar investigaciones de la justicia sobre el origen de sus dinero y severas críticas de dentro y fuera del partido.
En realidad el PRI espera un milagro y mientras llega, gana tiempo con los reflectores de los medios que podrán dar la noticia de su desaparición, de su fortalecimiento o de la fusión con alguna otra fuerza política que le servirá de salvavidas.