Crónicas libres
Cuando formalmente se enseñaba historia en las escuelas secundarias del país; allá lejos en el tiempo, a finales de la década de los sesenta, cuando transité por ese nivel educativo, había para ello tres cátedras ex profesas: en primer año, Historia Universal (saqué 9); en segundo, Historia de México (apenas llegué a 7); y, en tercero, Historia Contemporánea (con calificación de 8). Entonces todos los estudiantes sabíamos que el día 5 de mayo de 1862 se llevó a cabo una batalla entre el ejército francés (que era entonces el mejor del mundo), y que estaba apoyado por fuerzas conservadoras mexicanas, contra el ejército republicano comandado por el general Ignacio Zaragoza.
Esta batalla aconteció en las inmediaciones de la ciudad de Puebla cuando los franceses intentaron tomar los fuertes de Loreto y Guadalupe, defendidos por los republicanos, compuesto por soldados mal armados y entrenados apoyados por numerosos indios zacapoaxtlas; y que el ejército francés estaba bien pertrechado y era el mejor del mundo en esos tiempos.
A todos los alumnos nos dijeron que esa batalla heroicamente la ganó el ejército mexicano (los republicanos de Benito Juárez), que los soldados franceses se habían batido con bizarría pero que su jefe con torpeza; además, que las armas nacionales se habían cubierto de gloria. Y esto fue un dogma para todos los que entonces cursamos la asignatura de Historia de México.
LA EVOLUCIÓN DE MÉXICO
’La Evolución de México. Curso completo abreviado para las Escuelas Secundarias’, de Ángel Miranda Basurto, es el título del libro que en la ESFIR (Escuela Secundaria Federal Ignacio Ramírez) fue prácticamente el de texto. Sobre la batalla del 5 de mayo, en este documento, a la letra se lee:
’B. LOS FRANCESES INVADEN EL PAIS
Rotas las negociaciones, el ejército francés se negó a retroceder a sus posiciones iniciales en Veracruz; antes bien, el general Laurencez ordenó el avance de su ejército, y sin previa declaración de guerra. Los 6,000 hombres que formaban el ejército francés marcharon desde Orizaba sobre la ciudad de Puebla.
BATALLA DEL 5 DE MAYO. Laurencez confiaba en la superioridad de los franceses sobre los mexicanos; por tal motivo, sin tomar las precauciones necesarias, ordenó el asalto de los fuertes de Loreto y Guadalupe que defendían la ciudad de Puebla, ya que consideraba empresa fácil vencer a los mexicanos.
El ejército invasor fue rechazado con pérdidas considerables al intentar apoderarse de las fortificaciones poblanas, teniendo que abandonar el campo y retirarse perseguido por la caballería mexicana, a las órdenes del general Porfirio Díaz.
EL triunfo de Puebla se debió a la acertada dirección del general en jefe Ignacio Zaragoza, y al extraordinario valor de los generales Porfirio Díaz, Miguel Negrete, Berriozábal y Lamadrid, que acaudillaron al heroico ejército mexicano, compuesto por gente del pueblo.
La victoria de las armas republicanas en Puebla (5 de mayo de 1862) llenó de entusiasmo a todo el país, y si militarmente no logró detener el avance del ejército francés, moralmente levantó a la República del concepto de inferioridad y cobardía en que sus enemigos la suponían abatida’.
La mayoría de los libros de historia de México, incluso contemporáneos, que abarcan generalidades desde el mundo prehispánico hasta nuestros días, con palabras más o palabras menos, así describen esta batalla. Son en los libros especializados sobre el tema o en artículos al respecto en donde se encuentran relatos mucho más detallados.
LAS PROCLAMAS Y EL PARTE DE LA BATALLA
En adelante, para describir el escenario en el que aconteció esta batalla y su desarrollo, solamente me apoyaré en las dos proclamas que el general Ignacio Zaragoza redactó anteriores a la batalla; y en el parte de guerra o parte de la batalla, que el mismo general Zaragoza envió al presidente Benito Juárez después de dicha contienda. Estos textos dejan ver aspectos no tan conocidos, como las necesarias arengas y ciertas particularidades de los combates en sí. Y aunque hay actualmente estudios muy detallados y precisos de esta batalla, no dejan de tener valor los testimonios de los actores directos en este drama:
’PRIMERA PROCLAMA.
EJÉRCITO DE ORIENTE.- GENERAL EN JEFE. CIRCULAR.- Los tratados ajustados en la Soledad, el 19 de Febrero próximo pasado con las fuerzas aliadas, han sido rotos por los franceses, y sin ningún miramiento nos provocan a la lucha: pretenden darnos un soberano extranjero, y juzgándonos indignos de la Independencia que nuestros héroes conquistaron con su sangre, nos contemplan como a imbéciles, fáciles de dominar por la fuerza de las bayonetas. Se engañan, y olvidan que contra un pueblo libre no vale la opresión, ni se conquista por la fuerza.
Contra un pueblo orgulloso de su historia y que apenas a un año reconquistó sus libertades, nada vale, nada le intimida; porque ese pueblo que tiene la convicción de su dignidad, sabrá repeler tan temeraria agresión y agregará una página a sus brillantes anales. México acepta la guerra, no la ha provocado; pero la acepta con honra, y se gloria de haber cumplido fielmente su palabra empeñada en aquellos preliminares. Su fe ha sido burlada, y las desgracias de la guerra pesarán sobre la nación que injusta y despiadada pretende su esclavitud. Las naciones, el mundo entero nos hará justicia, y si la fortuna nos es adversa, si procedemos con gloria en la demanda, la posteridad recogerá solícita nuestros nombres e imitará nuestro ejemplo.
La Inglaterra y la España, más justas y menos exigentes, abandonan nuestro territorio y esquivan la complicidad en un atentado con el que jamás pensaron empeñar sus armas: pronto se desengañaron de nuestra situación, y no dudaron en tributar a nuestro pabellón el respeto que le es debido; ellos merecen nuestras simpatías, por tan caballerosa conducta.
Nuevos sacrificios tenemos que emprender, nuevas fatigas que arrastrar y nuevas batallas que dar; pero ante la idea sublime de nuestra libertad, nada debe arredrarnos, la muerte misma nos debe ser indiferente, y todo, absolutamente todo, debemos postergarlo, para no tener en estos momentos más pensamiento que nuestra Patria, ni más ocupación que su defensa. Valor y unión, y nuestro triunfo no será dudoso.
El degenerado hijo del inmortal Morelos, con dos o tres mexicanos espurios, indignos del aire que respiran, acompañan al invasor, el ilusos esperan formar un partido que les ayude en su depravado plan; pero también en esto se equivocan: el pueblo, el verdadero pueblo que tantas veces ha derramado su sangre en defensa de sus sacrosantos derechos, los mira con indignación y los desprecia altamente, porque sabe lo que tiene que esperar de aquellos especuladores que en su delirio, no han reusado poner a las plantas de Maximiliano la soberanía de México.
Extraños a los últimos sucesos, ignoran que el pueblo descendiente de Hidalgo no esquiva las batallas y sabe sucumbir digno de su origen, antes que consentir impunemente que se le arrebate esta preciosa libertad que tantos sacrificios le ha costado.
Al que suscribe le ha tocado la honra de conducir, primero al Ejército Nacional a la victoria, y le anima la más firme esperanza de que sus fuerzas y desvelos serán secundados por todos los mexicanos, de quienes tiene recibidas pruebas de su amor a la Patria y de su abnegación en la desgracia.
Dentro de breves momentos quizá la campaña estará abierta, y el enemigo se convencerá bien pronto de que tiene al frente a los defensores de la República. LIBERTAD Y REFORMA, A 14 DE ABRIL DE 1862. IGNACIO ZARAGOZA’.
’SEGUNDA PROCLAMA.
EL GENERAL EN JEFE DEL EJERCITO DE ORIENTE, A LAS FUERZAS DE SU MANDO.- Compañeros de armas.- Va a comenzar la lucha: los preliminares de la Soledad han sido rotos por los franceses; se han separado de la coalición que con los españoles e ingleses formaron el Londres, para hacer a México algunos reclamos respecto a nuestra deuda pública; el estallido del cañón hará latir en breve los pechos de los hijos de Anáhuac. Pretenden los franceses intervenir en nuestra política interior inducidos a ello por mexicanos indignos, por traidores que pronto vais a castigar. La República es independiente: los hijos de esta generación nacidos libres, así nos conservamos o moriremos en la demanda.
Valor amigos míos, no os preocupe luchar con una nación que tiene el renombre de guerrera: los libres no conocen rivales, y ejemplos mil llenan las páginas de la historia de pueblos que han vencido siempre a los que pretendieron dominarlos.
Tengo fe ciega en nuestro triunfo: en el de los ciudadanos sobre los esclavos, muy pronto se convencerá el usurpador del trono francés, que pasó ya la época de las conquistas, vamos a poner la primera piedra del grandioso edificio que librará a la Francia del vasallaje a que la han sujetado las bayonetas de un déspota.
Sed como siempre, valientes en el combate y generosos en la victoria, y pronto os conducirá frente a los invasores vuestro General y amigo.- IGNACIO ZARAGOZA.- CUARTEL GENERAL EN CHALCHICOMULA A 14 DE ABRIL DE 1862’.
Después de estas proclamas los preparativos para defensa de Puebla y de los fuertes continúan; entre tanto, los franceses apoyados por los conservadores seguían avanzando rumbo a la ciudad de Puebla. El 19 de abril acontece, en Fortín, Veracruz, el primer encuentro entre fuerzas francesas y mexicanas; el 28 del mismo mes se lleva a cabo la acción de las Cumbres de Acultzingo, en donde los franceses derrotan a una parte del ejército republicano; después, el 4 de mayo, el ejército republicano derrota y logra dispersar a los conservadores que iban a apoyar a los franceses. Finalmente, el 5 de mayo de 1862, ocurre la famosa batalla en la que son derrotados y detenidos los franceses en su avance hacia la Ciudad de México.
Pocos días después, el general Ignacio Zaragoza envía el correspondiente parte de la batalla al presidente Juárez:
’PARTE DE LA BATALLA DEL 5 DE MAYO DE 1862.
CUERPO DEL EJERCITO DE ORIENTE.- GENERAL EN JEFE.- Después de mi movimiento retrógrado que emprendí desde las Cumbres de Acultzingo, llegué a esta ciudad el día 3 del presente según tuve el honor de dar parte a Ud. El enemigo me seguía a distancia de una jornada pequeña, y habiendo dejado a retaguardia de aquel la 2a. Brigada de Caballería, compuesta de poco más de 300 hombres, para que en lo posible lo hostilizara, me situé como llevo dicho, en Puebla. En el acto di mis órdenes para poner en un regular estado de defensa los cerros de Guadalupe y Loreto haciendo activar la fortificación de la plaza que hasta entonces estaba descuidada.
Al amanecer del día 4 ordené al distinguido general ciudadano Miguel Negrete, que con la 2a. División de su mando, compuesta de 1,200 hombres, lista para combatir, ocupando los expresados cerros de Loreto y Guadalupe, los cuales fueron artillados con dos baterías de batalla y montaña.
El mismo día 4 hice formar de las Brigadas de Berriozábal, Díaz y Lamadrid tres columnas de ataque, compuesta la primera de 1,082 hombres, la segunda de 1,000 y la última de 1,020, toda infantería, y además una columna de caballería con 550 caballos que mandaba el ciudadano general Antonio Álvarez, designando para su dotación una batería de batalla. Estas fuerzas estuvieron formadas en la plaza de San José, hasta las doce del día, a cuya hora se acuartelaron. El enemigo pernoctó en Amozoc.
A las cinco de la mañana del memorable día 5 de mayo, aquellas fuerzas marchaban en línea de batalla que había yo determinado y verá Ud. marcada con el croquis adjunto; ordené al ciudadano comandante general de artillería, coronel Zeferino Rodríguez, que la artillería sobrante la colocara en la fortificación de la plaza, poniéndola a disposición del ciudadano comandante militar del Estado, general Santiago Tapia.
A las diez de la mañana se avistó al enemigo, y después del tiempo muy preciso para acampar, desprendió sus columnas de ataque, una hacia el cerro de Guadalupe, compuesta de 4,000 hombres con dos baterías y otra pequeña de mil, amagando nuestro frente.
Este ataque que no había previsto, aunque conocía la audacia del ejército francés, me hizo cambiar mi plan de maniobra y formar el de defensa mandando en consecuencia que la Brigada Berriozábal a paso veloz reforzara a Loreto y Guadalupe y que el cuerpo de Carabineros a caballo fuera a ocupar la izquierda de aquellos para que cargara en el momento oportuno.
Poco después mandé al Batallón Reforma de la brigada Lamadrid, para auxiliar los cerros que a cada momento se comprometían más en su resistencia. Al Batallón de Zapadores de la misma Brigada, le ordené marcharse a ocupar un barrio que está casi a la falda del cerro y llegó tan oportunamente, que evitó la subida a una columna que por allí se dirigía al mismo cerro trabando combates casi personales.
Tres cargas bruscas ejecutaron los franceses y en las tres fueron rechazados con valor y dignidad; la caballería situada a la izquierda de Loreto, aprovechando la primera oportunidad, cargó bizarramente, lo que les evitó reorganizarse para nueva carga.
Cuando el combate del cerro estaba más empeñado, tenía lugar otro no menos reñido en la llanura de la derecha que formaba mi frente.
El ciudadano general Díaz con dos Cuerpos de su Brigada, uno de la de Lamadrid, con dos piezas de batalla y el resto de la de Álvarez, contuvieron y rechazaron a la columna enemiga, que también con arrojo marchaba sobre nuestras posiciones; ella se replegó hacia la Hacienda de San José Rentería, donde también lo habían verificado los rechazados del cerro, que de nuevo organizados se preparaban únicamente a defenderse, pues habían claraboyado las fincas; pero ya no podían atacarlos, porque derrotados como estaban, tenían más fuerza numérica que la mía; por tanto mandé hacer alto al ciudadano genera Díaz que con empeño y bizarría los siguió y me limité a conservar una posición amenazante.
Ambas fuerzas beligerantes estuvieron a la vista hasta las siete de la noche, en que emprendieron los contarios su retirada a su campamento de la Hacienda de los Álamos, verificándose poco después la nuestra a su línea.
La noche se pasó en levantar el campo, del cual se recogieron muchos muertos y heridos del enemigo, y cuya operación duró todo el día siguiente; y aunque no puedo decir el número exacto de pérdidas de aquel, si aseguro que pasó de mil hombres entre muertos y heridos y ocho o diez prisioneros.
Por demás me parece recomendar a Ud. el comportamiento de mis valientes compañeros; el hecho glorioso que acaba de tener lugar, patentiza su brío y por sí solo los recomienda.
El ejército francés se ha batido con mucha bizarría; su general en jefe se ha portado con torpeza en su ataque.
Las armas nacionales, ciudadano Ministro, se han cubierto de gloria y por ello felicito al Primer Magistrado de la República por el digno conducto de Ud. en el concepto de que puedo afirmar con orgullo que ni un solo momento volvió la espalda al enemigo el ejército mexicano, durante la larga lucha que sostuvo.
Indicaré a Ud. por último, que al mismo tiempo de estar preparando la defensa del honor nacional, tuve la necesidad de mandar a las Brigadas O’Horan y Carbajal a batir a los facciosos que en número considerable se hallaban en Atlixco y Matamoros, cuya circunstancia acaso libró al enemigo extranjero de una derrota completa, y al pequeño cuerpo del Ejército de Oriente de una victoria que habría inmortalizado su nombre.
Al rendir el parte de la gloriosa jornada del 5 de este mes, adjunto al expediente respectivo en que constan los pormenores y detalles expresados por los jefes que a ella concurrieron.
LIBERTAD Y REFORMA.- CUARTEL GENERAL EN PUEBLA A 9 DE MAYO DE 1862.- I. ZARAGOZA.- CIUDADANO MINISTRO DE LA GUERRA. MÉXICO’.
Interesante el final de este parte, el propio general Ignacio Zaragoza reconoce que esta batalla no fue una victoria completa sobre los franceses. Al año siguiente, 1863, esto se confirmaría. Los franceses retornaron con un ejército más numerosos, bien pertrechado y ahora con mayor cautela. Y como en esta ocasión, fueron apoyados por los conservadores; luego, después de un largo y sangriento sitio, la ciudad de Puebla cayó en mano francesas.
Tomada esta plaza, continuaron con su avance e ingresaron a la capital del país. Al general Ignacio Zaragoza Seguín ya no le tocó defender Puebla en 1863, había muerto meses antes de fiebre tifoidea, el 8 de septiembre de 1862, y fue sustituido en el mando por el general Jesús González Ortega.
LA IMPORTANCIA DE ESTA BATALLA
La batalla del 5 de mayo de 1862 si bien no representó una derrota total de los franceses, tuvo repercusiones muy importantes a nivel nacional e internacional: en México el orgullo, la fe del pueblo y el patriotismo crecieron, el Partido Liberal tuvo mayor consenso, adherentes y simpatizantes; en Francia, la oposición a la guerra con México creció, la prensa presionaba a Napoleón III, quien tuvo que enviar más tropas y se incrementaron los costos de su intervención, los cuales no estaban previstos. Además, otros países europeos empezaron a ver a México con simpatía y también reprobaban la intervención francesa.
Pero lo más importante, en ese tiempo había mucho en juego. Un año antes, en abril de 1861, había estallado en Estados Unidos la Guerra de Secesión. Napoleón III consideraba a los Estados Unidos un peligro para los intereses franceses en América; y quería aprovechar ese desorden y debilidad para evitar la aplicación de la doctrina Monroe (América para los americanos).
Si el ejército comandado por Zaragoza hubiera perdido la batalla del 5 de mayo de 1862, la historia geopolítica de América del Norte sería diferente. Si los franceses hubieran ganado, habrían llegado a la Ciudad de México en las siguientes semanas y tomado el control de nuestro país mucho más rápido. Con México como plataforma, Francia hubiera tenido la posibilidad de apoyar a los confederados. Al principio de la guerra civil no era previsible un triunfo del gobierno de Abraham Lincoln. Por el contrario, parecía que los confederados lograrían la victoria. La batalla del 5 de mayo retrasó todo un año los planes de Napoleón III y eso fue favorable para los unionistas, que sabían y temían el inminente apoyo de Francia a los confederados.
La confederación fue perdiendo posiciones. Hubo una batalla fundamental que los historiadores consideran el punto de quiebre de esa guerra civil: la batalla de Gettysburg, en julio de 1863. Después de ésta el camino para la victoria de la Unión sobre los confederados quedó abierto.
Para aquilatar la trascendencia de la batalla del 5 de mayo de un año antes, basta ver que los franceses sólo pudieron tomar la Ciudad de México hasta el 10 de junio de 1863, unas semanas antes de la batalla de Gettysburg. Así de fundamental y estratégico fue para el ejército de la Unión la derrota de los franceses en Puebla un año antes. El resultado de la batalla del 5 de mayo fue más importante para Lincoln que para Juárez, aunque en principio ninguno de los dos lo supiera. Si los confederados hubieran ganado la guerra civil, actualmente no fuera Estados Unidos como lo es. La conformación de América del Norte sería totalmente otra.
Por estas razones se celebra también en la Unión Americana la batalla del 5 de mayo de 1862 acaecida en Puebla, México. Y explica el apoyo con armas y municiones que el gobierno norteamericano le dispensaba a Juárez en cuanto pudieron hacerlo.
FUENTES DE INFORMACIÓN
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Belenki, A.B. 1989. La intervención extranjera en México. Ediciones de Cultura popular, S.A. México, D.F. 208 p.
Cuenca D., H. 1962. Un día de gloria en la historia de México. Campo Militar ’El Ciprés’, Baja California. 2ª. Zona Militar. Baja California, México. 41 p.
Herrera P., M. 2018. Historia de México en mapas conceptuales. Edición de Mario Herrera Pineda. Lomas de Cristo. Texcoco, México. pp. 247-252.
Miranda B., Á. 1967. La Evolución de México. Curso completo abreviado para las Escuelas Secundarias. Editorial Herrero, S.A. México, D.F. pp. 410-413.
Rey Jr., V. 2022. ¿Por qué es tan importante el 5 de mayo? El Economista. Disponible en: https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Por-que-es-tan-importante-el-5-de-mayo-20220504-0126.html
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