El nacimiento navideño, también conocido como belén o pesebre, se debería poner desde el 8 de diciembre, colocando las figuras de María y José, los pastores, la estrella de Belén, ovejas, mula y un buey.
Asimismo, para el 24 de diciembre se pone la figura del Niño Dios, que la Iglesia Católica los indica, según se contempla en su tiempo, y el 6 de enero a los Reyes Magos; pero se volvió costumbre, que de acuerdo al adviento, que es previo a cuatro domingos, a través de una Corona con sus velas, y la del centro precisamente el 24 de diciembre que se marca el nacimiento del Niño Jesús.
Claro, la historia cuenta que en el invierno de 1223, a San Francisco de Asís se le ocurrió una forma de representar la llegada de Jesús cuando se encontraba en Greccio, una localidad cercana a la ciudad de Rieti en Italia.
San Francisco de Asís, ayudado por clérigos locales, construyó una casa de paja con un portal y un pesebre cerca de la capilla para que los habitantes de la localidad que se ofrecieran, participaran en una representación en vivo del nacimiento de Jesús, en la cual, cada persona jugaría el papel de cada personaje presente en la escena.
La tradición de los nacimientos vivientes se fue expandiendo por Europa y continuó por algunos años hasta que en el siglo XV, en la ciudad de Nápoles se realizó el primer nacimiento hecho con figuras de barro.
Luego de que los nacimientos de barro reemplazaran a los vivientes por todo el continente, los colonizadores españoles llevaron esta tradición al Nuevo Mundo para evangelizar a las poblaciones indígenas.
Desde ese entonces, la tradición ha perdurado y la comunidad católica suele colocar esta representación cada mes de diciembre.
Cabe destacar, que él comercio se ha aprovechado de estas fiestas navideñas, la venta de todo lo relacionado a la Navidad y Fin de año.