LOS COTIDIANOS Y PENOSOS PARQUÍMETROS


En Texcoco unas ’cajas’ alargadas con una pantalla colocada sobre las banquetas



Economía
Enero 14, 2024 18:30 hrs.
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Roberto Antonio Huerta Paniagua › Divergencias Informativa

Usuarios se quejas de la agresividad de los empleados, ejemplificando cuando el conductor es un barón, el de las arañas es insultativo y no entienden razones; si es conductora la chica que supervisa se transforma en altanera respaldada por su compañero, en fin...

Más allá de la legalidad o ilegalidad de la colocación de parquímetros en la vía pública; o, de si los tiene que usufructuar una autoridad legalmente constituida en cualquiera de sus tres nivele de gobierno o un particular mediante una concesión u otro esquema económico-administrativo, está su diseño, la fuente de energía que los hace funcionar, su colocación estratégica, los operarios de éstos, las facilidades para el automovilista, etcétera.

Los parquímetros son un hecho ya en la sociedad; están en numerosas calles de muchas ciudades. La gente les sigue diciendo ’roba-veintes’, aunque ya no haya monedas de a veinte centavos que los hagan funcionar.

Los parquímetros, del inglés: parking y meter, siguen siendo en Texcoco unas ’cajas’ alargadas con una pantalla, colocadas sobre las banquetas de las calles de la colonia Centro y aledañas de otras colonias, a las cuales se les meten unas monedas y expiden un papelito o boletito (ticket) que indica la fecha, la hora de pago y la hora de vencimiento, que corresponde a la cantidad de dinero introducido en dicha maquinita, y que también aparece en ese boleto. ¡Ah! Y desde luego que aparecen las letras y números de la placa del vehículo estacionado en un espacio determinado de calle.

Los costos varían de ciudad en ciudad. Aquí en Texcoco, hasta el 12 de enero de 2024, por $10.00 el tiempo es de 40 minutos (quince pesos la hora). Y si por alguna causa al conductor se le olvidad la hora de vencimiento, de inmediato llegan los ’operarios’ de esos parquímetros y le colocan un inmovilizador o ’araña’ a una de las llantas del automóvil. Luego, hay que pagar una multa de la cual no hablaremos. ¿Será legal o ilegal?... ¿Se llevarán una comisión los colocadores de esos inmovilizadores?... ¿A dónde va a parar lo recaudado (recolectado, cobrado) correspondiente a los pagos de estacionamiento y multas?... De seguro hay una administración y cuentas claras al respecto: salarios, mantenimiento de equipos, pago de energía eléctrica, cortes de caja e informes, etcétera; cosas que se discutirán ni se pondrán en tela duda.

Lo resaltable por ahora es evidenciar que hay otros tipos de parquímetros diferentes a los que existen en Texcoco, que pudieran ser y hacer de este sistema uno mucho más eficiente y cómodo para los automovilistas.

Tuve la oportunidad de visitar la semana pasada el puerto de Veracruz y me topé con dos tipos de parquímetros en el Centro Histórico de dicho puerto: Unos, tradicionales, como los que hay aquí en Texcoco, de esos que solamente se les meten monedas y arrojan un papalito con la fecha, las horas y demás; y otros que tienen una fotocelda en la parte superior, que también se les pueden poner monedas y expedir boletitos de papel; pero que, además, tienen otras ventajas.

Estos últimos tienen una celda fotoeléctrica solar en la parte superior que los dota de energía propia y evitan el consumo de la energía eléctrica proporcionada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), lo que representa un ahorro en este rubro para el municipio. Mediante esta celda se carga una batería interna que le permite al parquímetro funcionar durante las horas de obscuridad o durante los días nublados. Estos parquímetros funcionan a través de una aplicación que se llama Blinkay, la cual está comunicada satelitalmente y conecta todos los parquímetros a las oficinas centrales del sistema y con los operarios de éstos mediante una pequeña terminal.

El funcionamiento de estas máquinas es aparentemente muy simple: Se escanea un código QR que está impreso en todos los parquímetros y se descarga la App Blinkay; luego se selecciona ’Mapas’ dentro de la App; después se registra el método de pago; y, finalmente, se selección el tiempo de estacionamiento.

Me explicaba uno de los operadores de estos parquímetros, un joven en una motocicleta, que, si una persona selecciona una hora de estacionamiento, por ejemplo, y solamente permanece estacionado 35 minutos, mediante la aplicación le aparece un ’relojito’ y presiona ’parar’ y el tiempo restante, los 25 minutos, se le quedan ’guardados’ para cuando en otra ocasión (otro día incluso) se estacione en otro lugar; y que mediante la misma aplicación activa ese mismo ’relojito’ y tiene disponibles esos 25 minutos. Además, que puede el automovilista acumular hasta cuatro horas e irlas ocupando poco a poco. Otra ventaja es que al faltar cinco minutos para que el tiempo se le acabe, la aplicación automáticamente le envía a su celular una alerta.

Me relató también ese operador que mediante la terminal que ellos ’traen’, verifican las placas de algún automóvil estacionado y que en ese ’aparatito’ les ’sale’ las condiciones de ese ’carro’ en cuanto al tiempo que tiene disponible de estacionamiento. Todo aparentemente muy fácil; sin embargo, observé y escuché a una persona discutiendo con uno de esos operadores, en ese caso una mujer, sobre un dinero depositado en uno de esos parquímetros y que éste no le había expedido el boleto o registrado el tiempo; y la operadora le alegaba que seguramente se había equivocado al ’apretar’ los botones. En fin, seguí caminando y ya no supe en qué acabó la discusión.

Como sea, si por alguna causa el automovilista excede el tiempo que pagó, en cualesquiera de los dos tipos de parquímetros, a pesare de la muy actualizada y vanguardista tecnología, llegan de inmediato los amigos de la Edad Media con sus ’arañas’ y ’atrancan’ una de las ruedas de la carreta (de las llantas del auto) y hay que pagar la consabida multa en una ventanilla especial del Ayuntamiento. Después, hay que buscar por todo el Centro Histórico de Veracruz a los operadores que pueden quitar ese inmovilizador.

Sobre esto, un amigo de ahí del puerto, me contó que una vez el pariente de un conocido vino a Veracruz y se estuvo en ’La Parroquia’; y cuando salió, cerca de la meda noche de un sábado, su camioneta ya tenía puesta la ’araña’. Entonces hizo varias llamadas a conocidos y a Tránsito, y allí le dijeron que ’eso no era asunto de ellos, sino del municipio’. Y lo único que sacó en claro era que tenía que esperar hasta el lunes para pagar la multa y luego buscar a los ’amigos’ que quitan los inmovilizadores. Así que, ese mismo sábado, como ya era muy de noche y no había más autos, sacó su herramienta, cambió la llanta… Y asunto solucionado.

En todos lados hay modos.

Pues bueno, a pesar de que se quedó al principio en que estas cosas no se discutirían aquí, a fin de cuentas, hay que pagar por ese espacio, por ese piso, casi como un ’derecho de piso’. Y desde esta perspectiva queda la duda: ¿Qué tanto serán tan legales o ilegales esos parquímetros en las calles como lo son o no lo son esos bancos, cajas y cubetas que los ’viene-viene’ colocan en las calles apartando lugares y por los cuales también los automovilistas tienen que pagar? Porque según los ’acomodadores’ de ciertos municipios de esta entidad mexiquense, se tienen que ’reportar’ con algún policía o servidor público de esos lugares. En fin.

Volviendo concretamente al tipo de parquímetros, de seguro los administradores de este sistema aquí en Texcoco ya los conocen, a lo mejor algunos de los empleados no; y seguramente algunos automovilistas tampoco sabían de su existencia. Al menos yo, como buen obscuro pueblerino, no los había visto. Es para esos desconocedores este pequeño artículo.

Y si no existen aún en nuestro municipio, es seguramente porque han de juzgar que no son necesarios o han de tener un costo más elevado que el de los actuales y adquirirlos no ha de ser tan fácil, económicamente hablando. La idea, caros lectores, es que sepan que existen otros parquímetros poco más sofisticados que los que hay aquí.

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