’ Tú, sígueme ’


Seguir a Jesús, una aventura exigente

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Junio 30, 2019 19:22 hrs.
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Lunes 1º De Julio 2019


La Palabra de Dios

Primera lectura
Génesis 18, 16-33
Los tres hombres que habían estado con Abraham se pusieron de pie y se encaminaron hacia Sodoma. Abraham los acompañaba para despedirlos. El Señor dijo entonces: ’¿Acaso le voy a ocultar a Abraham lo que voy a hacer, siendo así que se va a convertir en un pueblo grande y poderoso y van a ser benditos en él todos los pueblos de la tierra? Yo lo he escogido para que enseñe a sus hijos y a sus descendientes a cumplir mi voluntad, haciendo lo que es justo y recto, y así cumpliré lo que le he prometido’.

Después el Señor dijo: ’El clamor contra Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es demasiado grave. Bajaré, pues, a ver si sus hechos corresponden a ese clamor; y si no, lo sabré’.

Los hombres que estaban con Abraham se despidieron de él y se encaminaron hacia Sodoma. Abraham se quedó ante el Señor y le preguntó: ’¿Será posible que tú destruyas al inocente junto con el culpable? Supongamos que hay cincuenta justos en la ciudad, ¿acabarás con todos ellos y no perdonarás al lugar en atención a esos cincuenta justos? Lejos de ti tal cosa: matar al inocente junto con el culpable, de manera que la suerte del justo sea como la del malvado; eso no puede ser. ¿El juez de todo el mundo no hará justicia?’ El Señor le contestó: ’Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos’.

Abraham insistió: ’Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Supongamos que faltan cinco para los cincuenta justos, ¿por esos cinco que faltan, destruirás toda la ciudad?’ Y le respondió el Señor: ’No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco justos’.

Abraham volvió a insistir: ’Quizá no se encuentren allí más que cuarenta’. El Señor le respondió: ’En atención a los cuarenta, no lo haré’.

Abraham siguió insistiendo: ’Que no se enoje mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si hubiera treinta?’ El Señor le dijo: ’No lo haré, si hay treinta’.

Abraham insistió otra vez: ’Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte?’ El Señor le respondió: ’En atención a los veinte, no la destruiré’.
Abraham continuó: ’No se enoje mi Señor, hablaré sólo una vez más. ¿Y si se encuentran sólo diez?’ Contestó el Señor: ’Por esos diez, no destruiré la ciudad’.

Cuando terminó de hablar con Abraham, el Señor se fue y Abraham volvió a su casa.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor
Salmo Responsorial
Del Salmo 102
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo nombre.
Bendice al Señor, alma mía,
y no te olvides de sus beneficios.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El perdona tus pecados
y cura tus enfermedades;
él rescata tu vida del sepulcro
y te colma de amor y de ternura.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
El Señor no estará siempre enojado,
ni durará para siempre su rencor.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
No nos trata como merecen nuestras culpas
ni nos paga según nuestros pecados.
Como desde la tierra hasta el cielo,
así es de grande su misericordia.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio
Cfr Sal 94, 8
R. Aleluya, aleluya.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
’No endurezcan su corazón’.
R. Aleluya.

Evangelio
Mt 8, 18-22
En aquel tiempo, al ver Jesús que la multitud lo rodeaba, les ordenó a sus discípulos que cruzaran el lago hacia la orilla de enfrente.

En ese momento se le acercó un escriba y le dijo: ’Maestro, te seguiré a dondequiera que vayas’. Jesús le respondió: ’Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en donde reclinar la cabeza’.

Otro discípulo le dijo: ’Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre’. Pero Jesús le respondió: ’Tú sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos’.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús


Reflexión del Evangelio de hoy
Dios, un amigo misericordioso
Estamos en presencia de una escena de gran belleza. Entre Abrahán y Dios existe una maravillosa relación de amistad. Primero, Dios reflexiona consigo mismo y no le parece justo ocultar sus planes al patriarca. Está decidido a castigar a Sodoma por su comportamiento inicuo, pero se diría que no quiere hacerlo sin prevenir a su amigo de sus propósitos. Le ’debe’, al menos, un desvelamiento de los mismos.

Ya esa primera actitud de Dios nos parece insólita. ¿Cómo puede haber entablado con esa criatura una amistad semejante? ¿Será por la presteza con la que Abrahán obedeció al imperativo divino de dejar su tierra sin saber adónde iba a ir? Esa disponibilidad tan incondicional parece haber dejado en el corazón de Dios una inclinación indisimulable a mostrarse comunicativo en alto grado.

Por su parte, Abrahán, da muestras de una enorme confianza, y hasta osadía, ante Dios, a la vez que manifiesta su interés por evitarle a Sodoma un castigo muy duro. Encontramos estos sentimientos –amistad con Dios e interés fraterno por el pueblo- también en Moisés, otro gran amigo de Yahvé.

En realidad, lo que está detrás de estos comportamientos –y es lo que el autor sagrado quiere sobre todo resaltar- es la convicción de que Yahvé es un Dios misericordioso, capaz de perdonar hasta los pecados más nefandos (con tal que haya, al menos, un mínimo deseo de rectificar la conducta desviada).

Supuesto que Dios es así, la oración del creyente penetra en su corazón coincidiendo con sus sentimientos divinos; de ahí la ’fuerza’ de esa oración para obtener lo que pide. En el fondo, esa amistad con Dios, nacida de la obediencia fiel a su voluntad, hace que le pidamos aquello que él está desde siempre dispuesto a concedernos.

Seguir a Jesús, una aventura exigente
Muchos de los que escuchan a Jesús desearían acompañarlo en adelante. La fuerza y el atractivo de sus palabras cautivan a sus destinatarios. Pero se impone el realismo. Jesús quiere dejar claro que seguirle no ha de suponer ninguna veleidad. Pone ante los ojos de sus eventuales seguidores dos exigencias insoslayables para los que se aventuren a ir tras él.

En primer lugar, el estilo de vida que Jesús ha adoptado, y que deberán aceptar los que se atrevan a seguirle, lleva consigo vivir a la intemperie. Hasta los animales tienen donde guarecerse; en cambio, del ’Hijo del hombre’ no tiene donde reclinar la cabeza. ¿Están dispuestos los que le escuchan a seguir esos derroteros? Que lo piensen seriamente antes de decidirse; incluso que se pongan a prueba a sí mismos antes de dar ese paso.

En segundo lugar, el seguimiento de Jesús supone renunciar a algo muy arraigado en la sociedad de su tiempo: el interés por la propia familia y el deber sagrado de dar sepultura a los padres. No es compatible el apego a las tradiciones, por muy venerables que sean, con la radicalidad que exige el anuncio del evangelio. ¿Quiénes son esos ’muertos’ que han de ocuparse de enterrar a sus muertos? Podría ser que Mateo se refiriese a los que, por estar fuera del reino de Dios, no tienen ’vida’. Y también que pensara en la comunidad destinataria de su escrito, tal vez acomodada e instalada, lejos de la radicalidad que Jesús predicó.

En suma, para seguir a Jesús hay que estar dispuesto a vivir ’en los límites’: apoyados en la providencia de Dios, no en seguridades humanas; y renunciando a apegos legítimos que puedan entorpecer la labor evangelizadora. Seguir a Jesús, en nuestros días, es un desafío de gran envergadura. Merece la pena, si queremos llegar a vivir una vida plena. Pero hemos de estar dispuestos a grandes renuncias, si bien es cierto que Dios no dejará de colmar nuestros anhelos más profundos.

En resumen: ¿Si somos amigos de Dios, ¿qué le pedimos a favor de los demás? Si somos verdaderos discípulos de Jesús, ¿a qué estamos dispuestos a renunciar por él?

Fray Emilio García Álvarez
Convento de Santo Tomás de Aquino (Sevilla)


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